Desde que Roberto Reginelli tocó con su magia italiana los fogones del restaurante La Pondala, nada ha vuelto ser lo mismo en Somió y en Gijón. Romano de nacimiento, pero playu de adopción y de corazón, el restaurador se ha ganado un hueco en la vida de muchos gijoneses, que aprecian y admiran su forma de estar y de ser.

Hace apenas una semana, Reginelli se rodeó de todos esos amigos para celebrar los 25 años del Baffi, el local de copas que regenta en Somió. Y es que, entre sus riquezas, el italiano puede presumir de una en particular: las personas que lo arropan en su camino. Muy reservado, y muy escogido en cuestión de amistades, Reginelli llegó a Gijón detrás de una mujer que había conocido tiempo atrás en Londres: María Jesús Caso. Convertida en su esposa desde hace veintiséis años, Roberto y María Jesús tienen dos hijas en común: Bárbara y Adriana.

Con fama de organizado y responsable, el hostelero le dio un nuevo aire al restaurante La Pondala, establecimiento que heredó de sus suegros, ofreciendo una cocina con aires renovados, sin perder de vista la tradición de los fogones. Aportó sus ideas de restauración a una cocina clásica, algo que le ha valido la aprobación de los paladares más exigentes.

Un as en el terreno profesional -pero más aún, si cabe, en el personal-, Reginelli se adaptó a la vida de Gijón y a su ambiente nocturno y cultural en cuestión de semanas, debido, en parte, a su carácter amable y cosmopolita. Conocedor de tres idiomas: inglés, italiano y español, el restaurador destaca por ser muy comedido en el trato, pero también muy amigo de sus amigos.

Fiel, positivo y de cierta sensibilidad hacia los problemas de sus amigos, el romano se muestra siempre alerta por las necesidades de los más allegados. Porque si algo sabe distinguir Roberto es entre sus amigos y los miles de conocidos.

Roberto Reginelli

Roberto Reginelli

De carácter jovial y -dicen- con el espíritu de un chavalín de 20 años, el italiano presume de mantener oculta su verdadera edad. Además, el dueño de La Pondala esconde entre sus aficiones una de especial gusto: el deporte. Apasionado del tenis desde su juventud, en los últimos años le mueve su amor por el golf, el deporte de los caballeros.

De ahí que sean bastantes las mañanas que aprovecha practicando su juego en el campo de golf de La Llorea. Es sabido por muchos que no importa lo tarde que se acueste el dueño de La Pondala, porque al día siguiente estará el primero practicando su swing sobre el terreno de golf.

Tan elegante como el deporte que practica suele ser la ropa que usa. Como buen italiano, Reginelli siempre está pendiente de la moda. De pelo blanco y porte distinguido, ha sido para muchos un diamante en bruto que han descubierto como persona y como profesional.

Al margen de sus gustos deportivos, al italiano-playu le encanta viajar. Siempre dispuesto y con las maletas a punto para embarcarse en cualquier aventura, el restaurador realizó numerosos viajes en su juventud. Natural de una ciudad de Italia próxima a Roma, Roberto Reginelli realizó sus estudios en Londres. Allí conoció a su mujer, aunque una vez finalizados sus estudios -en su caso, de aparejador- tomaron caminos diferentes. A él, por ejemplo, le tocó trasladarse a América Latina para encargarse de un trabajo de dirección de obras. Más tarde, de vuelta a Italia, se reencontró con su mujer. Fue entonces cuando decidieron formalizar su relación y trasladaron su residencia a Gijón. Aquí se encuentra como en casa, desde hace veintiséis años.

Se adaptó a la vida de Gijón y a su ambiente nocturno y cultural en cuestión de semanas, debido a su carácter amable y cosmopolita

El restaurador destaca por ser muy comedido en el trato; tiene fama de organizado y también de responsable

Le encanta el deporte; es un apasionado del tenis desde su juventud y en los últimos años le ha cogido el gusto al golf