Tal vez el presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, debería dejarse asesorar esta mañana por el campeón del mundo de acrobacia civil, Ramón Alonso, antes de hincarle el diente al ministro de Fomento y a las multimillonarias cuitas portuarias. Acrobacias y malabares habrá que ensayar ante el sanedrín de José Blanco para conseguir que el Estado asuma la factura más amplia de los sobrecostes de El Musel. O un ejercicio de prestidigitación, de nada por aquí y mucho por allá.

Dicen que 400.000 personas presenciaron ayer, desde las playas de Gijón y otros observatorios elevados de la ciudad, el despliegue aéreo de las naves del Ejército del Aire. Otras tantas e incluso más esperan que el Gobierno regional no tenga que quemar hoy en Madrid las naves marítimas y pueda llevar a buen puerto una negociación que debe ser lo menos gravosa posible para Asturias. Lo contrario sería un fracaso del práctico.