Leticia PRADO

«Era como formar parte de la música del entorno. Entre los sonidos de los perros, los juegos de los niños y las bicicletas sonaban las notas de nuestras piezas. Ha sido una experiencia realmente interesantísima». Era la valoración que ayer hacía Irene Alfageme, una de las alumnas del Festival Internacional de Piano que el domingo llevaron a cabo la singular experiencia de tocar, a relevos, diez horas seguidas en el paseo de Begoña. El «Promenade concert» resultó ser un auténtico éxito, pues un gran número de espectadores se unieron a esta especial conmemoración de los diez años de festival. La opinión es generalizada entre los treinta alumnos participantes: «Ha sido una experiencia muy difícil, pero repetiría otra vez sin dudarlo».

Era la primera vez que estos jóvenes artistas se enfrentaban a una actuación al aire libre. «Era muy complicado concentrarse. Cada uno tenía que realizar un gran esfuerzo de abstracción, meterse en su propia burbuja para lograr escucharse a uno mismo y olvidarse del resto. Había niños jugando allí al lado, perros que no paraban de ladrar y algunos pájaros que acabaron posándose encima del piano», contaba Amy Gustafson entre risas. Salvo este percance con las palomas, que acompañaron a uno de los músicos durante su pieza, todo en este especial concierto marchó a la perfección. «El público que pasaba por allí estaba muy interesado en las actuaciones y quedó impresionado con el nivel de los alumnos. Incluso algunos se quejaban de la poca información que recibieron sobre el festival», sentenciaba Gustafson.

Todos los estudiantes asumieron las diez horas de música como si se tratara de un concierto «de los serios». Engalanados con sus mejores trajes, las jóvenes promesas interpretaron sus piezas sin la ayuda de ninguna partitura. «Ha sido un trabajo en equipo. Le ha gustado a la gente porque hemos creado un ambiente musical envidiable entre todos. Además, resultó ser muy espontáneo: estás tocando y de pronto ves cómo una niña se pone a bailar delante de todo el público y al ritmo de las notas de tu pieza», expresaba Alfageme, una vallisoletana de 26 años que aprovechó la ocasión para conmemorar el centenario de la muerte de Isaac Albéniz con la interpretación de dos de sus obras.

Todos podrán presumir de haber encandilado al público gijonés en su primer pulso con la naturaleza. «Las previsiones meteorológicas que consulté en EE UU, antes de venir a Gijón, anunciaban mal tiempo. Una de mis amigas me decía: "Cómo me gustaría poder tocar en la calle". Podré decirle que es algo fantástico», manifestaba Rydia Wong.