C. JIMÉNEZ

«Ahora mismo en España se enseña muy poco, se exige menos que nunca y se fracasa más que nunca. Es necesario abordar una profunda reforma del sistema educativo». El que habla es Pablo Álvarez Meana, gijonés y estudiante brillante donde los haya que, recién iniciado el segundo curso de Gestión y Administración Pública en la Escuela «Jovellanos», ya acumula 21 matrículas de honor en el expediente. La suya es, sin duda, una voz autorizada para hablar de excelencia educativa.

Por segundo año consecutivo recibirá el próximo 16 de enero el premio de la Fundación José Riera a los mejores expedientes de cada titulación. Su método de trabajo es sencillo: horas y horas de estudio. «No existe una cualidad especial, es cuestión de esforzarse. Desde siempre he tenido claro que la educación es fundamental para el futuro».

Vaya por delante que el gijonés es un entusiasta del Derecho Administrativo y Constitucional, «que son la base de la propia política». Una pasión que le ha llevado también a integrarse en la junta local del PP, donde milita desde los 16 años. Así las cosas, su reflexión acerca del sistema educativo español no puede ser más clara: «Tenemos uno de los peores modelos de Europa fruto del fracaso del igualitarismo bendecido por el culto a la eterna ignorancia».

Para los próximos cambios de Bolonia insta a apostar por la excelencia, la calidad, el trabajo y en el mérito del esfuerzo. «Se está abordando la reforma universitaria sin el paso previo en Secundaria y Bachillerato, donde tenemos unas cifras de fracaso del 30 por ciento, algo inasumible para un país como España», sostiene. Y pide recuperar la evaluación por exámenes porque, a su juicio, es un método riguroso, objetivo, serio y con respaldo social.

Pese a todo, su mensaje es optimista: «En Educación en Asturias no lo hacemos tan mal. Felicito a mi Rector por su magnífica labor. Gracias al trabajo de su equipo nos ha situado entre las nueve mejores universidades de España». No obstante, el sistema universitario todavía tiene algunas sombras a ojos de este brillante estudiante. La falta de un curso puente para incorporarse a los nuevos grados y la polémica ley de autoridad del profesor son los otros dos puntos en los que Pablo Álvarez fundamenta su propuesta de reforma educativa. Estamos a la cabeza de Europa en fracaso y abandono y a la cola en lo que al conocimiento y calidad se refiere», se lamenta.

Uno de los grandes males, dice el gijonés, es la falta de respeto y disciplina en las aulas. «Si queremos mejorar el sistema hay que dar autoridad al profesor». En este punto insta al presidente del Principado, Álvarez Areces, a imitar legislativamente a Esperanza Aguirre con su ley de autoridad del profesor. «Me parece absolutamente irresponsable decir que carece de sentido esa figura», recalca el joven al tiempo que razona que no perjudica a nadie. De no llevarla a cabo, los gestores públicos estarían contribuyendo al deterioro educativo y al deterioro social, advierte.

«Hay que abordar la reforma, ya, sin complejos y sin prejuicios. Y eso se hará a partir de 2012 cuando el PP llegue a la Moncloa», enfatiza, volviendo de nuevo a la política. A su modo de ver, la eficiencia radica en lograr mejores resultados con los mismos recursos. Y vuelve de nuevo a las críticas al mencionarle la asignatura de Educación para la Ciudadanía. «No sirve para civilizar sino para adoctrinar. Es inconstitucional. Espero que se suspenda, no tiene sentido», concluye.

Pablo, que se define a sí mismo como un chico normal -pese a los premios y reconocimientos «seguiré estudiando como siempre»-, ya piensa en dar el salto a la política activa. Entre tanto, seguirá con los estudios. «Mi ilusión es hacer el segundo ciclo de Ciencias Políticas», confiesa. Seguro que lo hace con notas brillantes.