Sorprende que en una ciudad como la nuestra, tan entregada desde lejos a lo superlativo, a lo excesivo y al arranque grandón, se ofrezcan «minipisos» en la Laboral para los menores de 35. Pisos para mileuristas o menos, que al actual ritmo de hundimiento de la economía y del empleo la mayoría de los jóvenes se van a quedar en ochocentistas (no corredores de 800 metros sino licenciados con carrera y un sueldo de 800 euros). Son 102 «minipisos-minipímer» donde tendrán cabida, como mucho, el inquilino, el exprimidor y el gato: no son 102 pisos para 101 dálmatas, salvo que el zapatero (lugar donde reposan los zapatos) se reconvierta en caseta del perro. A Gijón le van más los pisazos, como los que prevé la propuesta urbanística del PP para el solar resultante en Poniente si se certifica, que ojalá que no, el encallamiento definitivo del naval. La consejera Martín ofrece minipisos como solución habitacional para que los jóvenes se emancipen. Con la que está cayendo, el camino más seguro para emanciparse de joven es el de la política.