C. J. / E. M. / A. R.

Un hostelero de Gijón de 45 años de edad, Carlos R. G., apareció ayer apuñalado en la cervecería Carvi, un local que regentaba en el barrio de La Arena desde hace más de dos décadas. Fue uno de los camareros del establecimiento, situado junto al número 51 de la calle Ezcurdia, quien encontró el cadáver en torno a las siete de la tarde, cuando entraba para abrir el negocio. El cuerpo presentaba signos evidentes de violencia, según las primeras investigaciones efectuadas por el Cuerpo Nacional de Policía.

La última persona que vio con vida al propietario del local fue el mismo camarero que horas después lo encontró en el mismo lugar como víctima de una muerte violenta. Se despidieron en torno a las siete de la mañana de ayer, cuando el local echaba el cierre como cualquier otro día. Doce horas después el encuentro entre ambos fue bien distinto. Por los signos que presentaba el cadáver, la muerte podría haberse producido tan sólo unas horas antes del fatal encuentro de la tarde.

Ante el dantesco escenario, el camarero fue quien efectuó la primera llamada a los servicios de emergencia del 112 Asturias, que activaron el protocolo pertinente, personándose de inmediato en el lugar los servicios sanitarios y policiales. Los efectivos médicos únicamente pudieron certificar la muerte y hallaron signos de violencia en el finado. Apenas había transcurrido media hora desde que el camarero accedió al local pero en la calle y en los establecimientos más próximos de la calle ya se había formado un gran revuelo.

«¡Han apuñalado a Carlos, han apuñalado a Carlos!», sollozaba a su interlocutor al teléfono una adolescente en el pequeño grupo de allegados y familiares del fallecido que se acercaron al lugar del suceso. El fallecido fue durante varios años socio del propietario del bar La Cueva, muy próxima al Carvi. El local se sitúa en una zona habitual de la movida juvenil, cerca del parque de la Fábrica del Gas, en el barrio de La Arena. Varias generaciones de gijoneses recordaban ayer la cervecería Carvi como una de sus paradas habituales de los viernes y sábados y, últimamente, para algunos, incluso domingos.

Algunos vecinos puntualizaron que en los últimos años el ambiente se había enrarecido y el bar se había convertido en uno de los puntos conflictivos del barrio, con peleas habituales en el interior del local. «Era un callejón oscuro, donde no paraban de entrar y salir chavales», comentaban algunas vecinas de la misma calle. El único acceso al bar era a través de un enorme portón de madera y en el espacio interior se habían distribuido una serie de mesas y bancos corridos donde los adolescentes pasaban largas horas los fines de semana.

Efectivos de la Policía judicial y de la Policía científica permanecieron en el establecimiento hasta pasadas las diez de la noche recabando pruebas. Finalizada la inspección ocular se procedió al levantamiento del cadáver, que fue trasladado al Anatómico Forense, donde a lo largo del día de hoy le será practicada la autopsia para determinar fehacientemente la hora y las causas de esta violenta muerte en La Arena. El apuñalamiento que acabó con la vida del propietario de la cervecería Carvi causó gran conmoción en la zona.

Tampoco es la primera vez que los vecinos se quejan de la violencia juvenil en el barrio de La Arena. Los altercados callejeros derivados de la movida son bastante habituales desde hace años. El colectivo «A Pie de Barrio» ha pedido en reiteradas ocasiones que se tomen medidas para evitar nuevos conflictos con estos grupos de menores infractores. El bar Carvi había variado en los últimos años su horario de apertura al público y últimamente era uno de los últimos en echar el cierre en la zona. Normalmente permanecía cerrado durante las horas diurnas e iniciaba su actividad en torno a las siete o las ocho de la tarde. Hace una semana hubo una redada policial en el mismo establecimiento.

El de ayer no es el único fallecimiento en circunstancias extrañas en el sector hostelero de la ciudad. El pasado 3 de febrero aparecía muerto en Pumarín el camarero de un conocido establecimiento de Cimavilla, Rubén Sevillano Medina, de 41 años de edad. Su cadáver fue localizado por un taxista en torno a las cuatro de la mañana, muy cerca del portal de su casa, con sangre en el rostro.