R. G.

Covadonga E. R., gijonesa de 29 años, trabajó en Puertas Yunque durante quince años. La mayor parte de ese tiempo desempeñó funciones de oficinista de manera ejemplar. La joven contaba con la confianza de los jefes de una empresa en la que también trabajaban sus padres, pero en 2007 comenzaron los problemas. «Cogía dinero disfrazándolo de morosidad de los clientes y luego me lo gastaba en líneas de teléfono 806 para consultar a tarotistas y adivinadoras». Covadonga relató así su historia ante el tribunal de la Sección Octava de la Audiencia Provincial, donde ayer compareció como acusada de un delito continuado de apropiación indebida. La acusada, que se enfrenta a una condena solicitada por el fiscal de un año de cárcel, llegó a un desfalco de 97.645 euros.

«Yo firmaba recibos a nombre de la empresa porque cuando se produjeron los hechos tenía buena relación con los jefes», aseguró Covadonga en el juicio de ayer. Ahora la joven se está sometiendo a tratamiento psiquiátrico en Bilbao, la ciudad donde reside intentando enmendar su error. El perito encargado de juzgar su estado de salud asegura que la joven padece «trastorno del control de los impulsos, inestabilidad emocional de la personalidad y trastorno con síntomas depresivos». «Además posee una personalidad muy débil», señaló el experto. Precisamente esa falta de carácter hizo que Covadonga se dejara engañar por las videntes, «luego intentó recuperar a través del juego el dinero que había gastado», aseguró el psicólogo. Arrepentida, la joven llegó a autodenunciarse ante el Juzgado de guardia.