J. L. A.

El Musel ha movido en el primer trimestre de 2010, período que finaliza hoy, un 10 por ciento más de tráficos que en los mismos meses del año pasado, el peor ejercicio de la década como consecuencia de la crisis económica, que ha afectado a la actividad de Arcelor-Mittal, las empresas eléctricas y la cementera de Tudela Veguín, los principales clientes de la terminal gijonesa.

«Todo apunta a la recuperación del tráfico», dijo ayer el presidente del Puerto, Fernando Menéndez Rexach, mientras, puntero en mano sobre la gran maqueta de la ampliación portuaria que se muestra en el edificio de recepciones de El Musel, explicó a cuarenta y tres dirigentes del sindicato UGT las razones y los objetivos de la ampliación de la principal dársena asturiana. Por ejemplo: sin una nueva terminal de minerales hay riesgo de deslocalización de empresas, que pagan unos 50.000 dólares por cada día que un granelero está amarrado mientras se desembarca su carga.

Hay más tráficos, pero aún no se ha recuperado el volumen de movimientos anterior a la crisis. Y a la decisión de HC Energía y Endesa, que han puesto en el congelador su interés por hacerse con el ciclo combinado para Aboño, hay que añadir que el Puerto no acaba de despejar el camino para la futura terminal de líquidos a la que deben llegar los gaseros que abastecerán la regasificadora. «Hay distintas iniciativas, contactos, pero formalizado no hay nada todavía», admitió ayer Rexach.

En sus explicaciones a los sindicalistas de UGT, el presidente de El Musel se refirió, además, al plan para desmontar el alto de Aboño y aprovechar ese suelo, próximo a las instalaciones fabriles de Tudela Veguín, para uso portuario. «El perfil de la playa se mantendrá y no habrá actividades sucias», señaló Rexach. Éste sabe que la operación tiene un amplio rechazo vecinal. El Tribunal Supremo acaba de admitir a trámite, según publicó este diario el pasado sábado, un recurso de casación del Ayuntamiento de Carreño pidiendo la suspensión cautelar del plan portuario.