C. J.

Su voz clara y diáfana se hizo sentir, y mucho, en el medio millar largo de espectadores que aplaudían sus temas desde las butacas. La magia de la copla se convierte en la voz de Clara Montes en un espectáculo vibrante y único, todo un regalo para el espectador. La artista de origen gaditano ya había estado en la ciudad con motivo de la «semana grande» el año pasado, aunque tuvo que suspender su concierto por la lluvia. En esta ocasión eligió un escenario tan noble como el remozado teatro Jovellanos para dar lo mejor de sí misma. Y vaya si lo hizo. Vestida de rojo y acompañada de la Orquesta Sinfónica de Gijón hizo vibrar de emoción a un público entusiasmado con la cuidada selección de su repertorio.

Abrió fuego la artista con «Habaneras de Cádiz», la tierra de sus raíces, para seguir desgranando después una completa selección de temas escogidos entre sus seis discos, donde no faltaron «Tatuaje», «La loba», «Yo te diré», «Te recuerdo Amanda», «Tiene que tiene» y «La rosa y el viento», entre otros temas. Durante el concierto se proyectaban imágenes, textos, fotografías y vídeos en una pantalla mientras la Orquesta Sinfónica de Gijón, bajo la batuta de Francisco de Gálvez (director de la de Málaga), acompasaba sus ritmos a la voz suave y arenosa de Clara Montes.

Con ella estuvieron Pepe el Habichuela y Josemi Carmona («Ketama»), además de la aportación asturiana de la OSGI. El público agradeció con sonoros aplausos su actuación. Llegaba entonces el «Te quiero, te quiero» para Gijón. Después seguirían temas clásicos como «La llorona», «La tarara», el conocido «Ay pena, penita, pena» o «María la portuguesa». Y ya en los bises, «La murga de los currantes» (de Carlos Cano) y el «Adiós» pusieron el broche a una actuación que será recordada por muchos.

De este concierto saldrá un DVD sin más retoques que los que permita la técnica con algún ajuste sonoro. Una oportunidad de revivir lo que ayer disfrutaron unas seiscientas personas en el coliseo gijonés, convocadas por el atractivo de la voz Clara y Sinfónica.

«La base del espectáculo son canciones que me han hecho vivir grandes momentos; pero no sólo a mí, también a la gente. Quise llevarlas al mundo sinfónico y por eso se llama "Sinfónica Clara"», explicaba la artista hace unos días a LA NUEVA ESPAÑA sobre el concierto de Gijón. «El Jovellanos me da buenas vibraciones», confesaba. Y anoche volvió a demostrar el éxito de recuperar todas esas canciones que están en la memoria de muchas generaciones. Algo así intuía su padre cuando la inició en el flamenco y la copla siendo todavía muy pequeña.