Pablo GALLEGO

En época de crisis, ninguna institución se salva de los recortes. Tampoco la Universidad de Oviedo. Según su rector, Vicente Gotor, el futuro económico de la institución académica de aquí a 2013 es «alarmante». Tanto que Gotor, tras su última reunión con el presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, y con el consejero de Educación, José Luis Iglesias Riopedre, asegura que la situación es «caótica para todos». En perspectiva, un recorte «del 4 por ciento» en el presupuesto que se materializará en una pérdida de «entre cinco y siete millones de euros».

En cierta medida, el discurso de Gotor contrasta con los números que la Universidad maneja para 2010. Con un presupuesto de 229,5 millones de euros -151,8 de ellos aportados por el Principado, y sin contar con el dinero asociado al Campus de Excelencia-, un acuerdo con Hacienda sobre el IVA asociado a la investigación básica permitió ingresar 2,5 millones de euros más. Al otro lado, los gastos. Según la Universidad, el dinero aportado por Educación apenas cubre los gastos corrientes de la institución. Un problema al que se suma el esfuerzo por cumplir los objetivos del nuevo Espacio Europeo de Educación Superior (EEES).

«Con Bolonia habría que ampliar el personal, pero así es difícil que se puedan cumplir los objetivos», añadió Gotor sobre los recortes. Según afirmó el rector -que expuso la futura situación económica de la Universidad en el consejo de gobierno de ayer- el objetivo común para todas las universidades españolas es «apretarse el cinturón» para que las administraciones rebajen su deuda «un 3 por ciento». Una medida que, según el Principado, aparece consignada en el plan de austeridad del Gobierno central para aliviar el nivel de endeudamiento de las comunidades autónomas.

En definitiva, según Gotor, y hasta 2013, la financiación de las universidades «no sólo no aumentará, sino que descenderá». «Hemos recibido el mensaje de que se cubra sólo el 10 por ciento de las vacantes», anunció el rector. Aunque los planes de prejubilación ya se han puesto en marcha «de acuerdo con el Principado», la realidad económica choca con los planes de expansión de la institución.

De momento, según confirmó el rector, sólo el nuevo grado de Ingeniería en Obras Públicas en el campus de Mieres se salva de los recortes. «No se implantará ningún estudio más hasta que elaboremos un plan estratégico de nuevas titulaciones con el Principado», reconoció Gotor. «Hasta 2013, poco margen de maniobra tenemos, a ver si viene más inversión privada», apostilló.

María José IGLESIAS

La sidra asturiana se distingue de las del resto de Europa en el empleo de fermentos totalmente naturales, para pasar de mosto a las diferentes variedades de bebida. Esas levaduras, presentes en los mostos, presentan una alta diversidad que abre numerosas perspectivas de mejora tecnológica en la elaboración de sidra.

A esta conclusión ha llegado la bióloga Rosa Pando Bedriñana, investigadora del Servicio de Investigación Agroalimentaria y Tecnológica del Principado (Serida), que ayer obtuvo sobresaliente cum laude en la defensa de su tesis doctoral sobre selección y caracterización de las levaduras autóctonas de sidra.

El trabajo de la investigadora, dirigido por Juan José Mangas, jefe del departamento de Investigación del Serida, y Amparo Querol, investigadora del CSIC en el Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos, con sede en Burjassot (Valencia), abre la puerta a la investigación con los fermentos que llevan presentes, de forma espontánea, los mostos de sidra asturianos desde hace siglos.

Hasta ahora estas levaduras no habían sido estudiadas y catalogadas a conciencia. La tesis de Rosa Pando se ha basado en la experimentación práctica en lagares en los que se elabora sidra gasificada de segunda fermentación, por el método de champanización, que está amparada por la Denominación de Origen Sidra de Asturias.

El trabajo de Pando demuestra que la sidra asturiana es tremendamente artesanal, sin apenas aditivos químicos, tanto en sidra natural como en la gasificada.

Las levaduras asturianas conservan una gran riqueza de registros, según señala Mangas. Y añade que los fermentos y levaduras autóctonas tienen un gran potencial tecnológico muy atractivo. «Los recursos propios que tenemos son interesantes y hay que profundizar en ellos», indica.

El trabajo se ha centrado en el estudio y selección de levaduras autóctonas de sidra, para lo cual se ha desarrollado una metodología de selección de levaduras destinadas a la elaboración de sidras naturales espumosas de calidad.

La identificación de levaduras permitió detectar la presencia en sidra de cepas del género saccharomyces.

El análisis de restricción del ADN fue superior al 21 por ciento y todas las fermentaciones se caracterizaron por poseer una sucesión secuencial de patrones.