Dos grandes nombres unieron sus fuerzas en el escenario del teatro Jovellanos de Gijón el pasado miércoles 28, dentro de la programación que ofrece la Sociedad Filarmónica. Por una parte, el cuarteto «Lotus» (dos violines, viola y violonchelo), conformados por músicos de origen japonés y alemán y que abarcan un extenso repertorio (con especial acento en los clásicos alemanes y los impresionistas franceses, aunque sin dejar de lado a los maestros contemporáneos centroeuropeos y japoneses); por otra, el violonchelista alemán Peter Buck, fundador del prestigioso cuarteto «Melos». Juntos prepararon un concierto muy especial que destacó por la buena conjunción entre instrumentistas y la resolución efectiva de un programa de gran carga expresiva.

El «Quinteto de cuerdas en mi mayor op. 13 n.º 5», del italiano Luigi Rodolfo Boccherini, sirvió para abrir el concierto. Se trata de una de las composiciones instrumentales más recordadas del compositor, sobre todo, por el lírico menuetto: molto moderato, y que como en gran parte de su catálogo de quintetos el instrumento añadido es un segundo violonchelo. El estilo sofisticado del compositor se vio altamente reflejado en la interpretación, destacando el delicado sentir rítmico y melódico de la violinista Sachiko Kobayashi. El «Cuarteto de cuerda en mi menor op. 59 n.º 2», de Ludwig van Beethoven, mostró un registro bien diferente del cuarteto (esta vez sin Buck), en una obra de gran profundidad y de mayor introspección armónica. Forma parte de los llamados «Cuartetos Rasumovsky», dedicados a un aristócrata y diplomático ruso que apoyó la trayectoria artística del compositor alemán (de hecho, se incluye un tema ruso en el allegretto de este cuarteto, como reconocimiento). La ejecución del cuarteto «Lotus» fue de gran altura, no sólo por la fuerza y el carácter impresos durante toda la intervención (a destacar la vehemencia de la violista Tomoko Yamasaki), sino también por el gran dominio técnico demostrado (los continuos cambios de textura, la alternancia temática entre voces o las rápidas sucesiones de motivos breves entre las voces fueron rasgos considerados como de gran innovación para la época). Por último, el «Quinteto de cuerdas en do mayor D956 op. 163», escrito por Franz Schubert en su último año de vida, sirvió como colofón de concierto. Otra vez con el formato de quinteto con dos violonchelos, Peter Buck ofreció una sentida visión de la obra a través de numerosos pasajes solistas. La vigorosidad del tema principal que abre y cierra el scherzo o el dueto de pizzicatos entre Kobayashi y Buck durante el adagio marcaron las pautas de lo que ha sido uno de los conciertos más destacados de la presente temporada de la Sociedad Filarmónica.

La próxima cita musical programada por la Sociedad Filarmónica de Gijón será el miércoles 26 de mayo, con un recital a cargo del pianista italiano Maurizio Moretti de temática eminentemente romántica (con piezas de Schumann, Liszt y Chopin). Será en el teatro Jovellanos a partir de las 20 horas.