Hace unos días, con motivo de la recepción municipal al Biesca Gijón como Campeonas de Europa, nos dijeron que querían hacer un perfil de Manuela Suárez, nuestra delegada. Para nosotras es una gran alegría poder decir públicamente lo que ella significa dentro de este equipo, y como muestra de lo importante que ella es para nosotras, sólo decir, que nos gustaría reflejar lo que ella hace y lo que ella es, aunque seguro que es imposible plasmar en unas palabras lo que realmente significa para todas, ella siempre será mucho más, de lo que nosotras seamos capaces de contar.

Manuela llega al Biesca Gijón de la mano de su hija Natasha, como una madre más que se acercaba a recogerla tras los entrenamientos. Desde ahí hasta ahora Manuela se ha hecho imprescindible en el equipo femenino del Biesca Gijón, porque aporta sus características personales al grupo convirtiéndose en una delegada «diferente». A las labores habituales de cualquier delegada deportiva, une su cercanía, su cariño, su capacidad para escuchar, y toda su sensibilidad. Alegre, sonriente, nerviosa, responsable, aventurera, siempre está disponible para sus «hijas del hockey», su casa es una puerta abierta donde siempre hay una taza de té (costumbre que no sabemos si se trajo de su vida inglesa u oriental, allá por Malasia), y sobre todo, un rato de agradable conversación, con constantes palabras de ánimo en los problemas e innumerables muestras de cariño en las alegrías.

Su educación, su cultura forjada en su internacional vida, su visión global y benevolente del mundo y sus personas, su diplomacia (no podemos olvidar que antes de recalar en el Biesca trabajó en el Comité Olímpico Australiano para preparar las Olimpiadas de Sidney, y en varias embajadas), su buen gusto y suavidad la convierten en la perfecta embajadora del Biesca Gijón, generando lazos de amistad y buenas relaciones con equipos de todo el mundo, instituciones, prensa y todos aquellos que se cruzan en nuestro camino. Y todo esto, sin que le reste un ápice de energía a la defensa a ultranza de sus chicas y su equipo, cuando alguien emprende el camino de la crítica hacia cualquiera de ellas.

Manuela trae al Biesca valores añadidos habiendo imbuido a nuestras jugadoras del valor de la lectura, la educación, la constancia, los estudios, la generosidad, la responsabilidad, la solidaridad, la creatividad que tanto le gusta, y la libertad personal. Persona muy unida a su familia, a pesar de tener a sus dos hijos, Alex y Tasha, un poco lejos, continuamente los trae a su conversación, y mantiene vínculos muy fuertes con todo su clan.

Dentro del vestuario Manuela, es como esa madre que siempre está de nuestro lado, apoyando continuamente, que se aparta un poco cuando ganamos para dejarnos disfrutar con las victorias, y que se acerca todo lo necesario cuando llegan las épocas difíciles.

Sus nervios antes de los grandes partidos forman parte del ritual de calentamiento del Biesca, nervios aplacados hablando sin cesar, sin saber muy bien lo que dice, mezclando el inglés con el español, sin que casi nadie la escuche, pero conscientes todos, de que oírla hablar a ella, nos sirve de bálsamo, nos recuerda que Manuela, como siempre, está ahí, a nuestro lado, viviendo con nosotros, siendo parte de nosotros.

Ella representa en cierto modo, la parte espiritual del equipo, la esencia de algo que no se ve, no se toca, pero que está ahí, que se siente, que es importante, imprescindible. Mucha gente de otros equipos nos pregunta y no entiende cómo Manuela continúa siendo nuestra delegada cuando su hija Natasha se fue el año pasado a jugar en otro equipo? Natasha no juega con nosotras, pero está a nuestro lado, siempre lo estará y su madre también, ellas dos están unidas al Biesca y a nosotros para siempre. Es así, esto es el Biesca en estado puro, esta es su esencia.

Entre sus rasgos más personales, tenemos que decir que es acuario, cree en el valor de una sonrisa, el calor de una mirada o la fuerza de un abrazo. En esos instantes es donde persigue la felicidad y nos la trae continuamente. Le encanta el chocolate, siempre se le dibuja una sonrisa en la cara cuando le compramos, ofrecemos o regalamos algo, desde una simple onza hasta una caja de bombones. A veces nos «asusta» cuando saca su vena de brujilla y su cambio radical de pija a hippie. Cuando se pone al volante estando nerviosa?no sabes que te puede deparar el viaje, da igual que sea largo o corto, porque puedes estar siguiendo a un coche que no es el que tenías que estar siguiendo?, sí, es así, con Manuela, anécdotas para echarnos a reír, tenemos bastantes?

Sin ninguna duda, lo que tenemos que destacar de ella es que siempre está presente para atender a las necesidades del grupo, anteponiendo las necesidades del equipo a las suyas propias?por eso, y por muchas cosas más, estamos orgullosas, felices y sobre todo nos sentimos muy afortunadas de tenerla con nosotros. Siempre dice que tiene 12 hijas, ella nos cuida, nos acompaña, nos anima, nos hace reír con sus despistes y nervios antes de los partidos, nos aconseja y está a nuestra disposición... así que hoy estas 12 hijas, le contamos a todo el mundo como es Manuela, para que sepáis que si el Biesca es lo que es, en parte es por ella, porque es un pilar fundamental e imprescindible de este equipo, y porque ella también hace la pequeña o gran historia del deporte asturiano.