En tiempos de crisis triunfa el pincho, apología culinaria del «tempus fugit». Los arquitectos de la cocina menuda sacan pecho este fin de semana en Gijón, capital asturiana del tapeo, y muestran un amplio repertorio de sabores y mixturas a la mínima expresión, que en ocasiones es expresión de lo máximo. Ya en la Antigüedad clásica se cocinaban «delicatessen», como refiere Ateneo en «El banquete de los sabios». De manera que los cocineros que esculpen pinchos son herederos lejanos de Egis de Rodas, creador de fórmulas maestras para asar pescado; Zimites, orfebre de la repostería; o Cigofilo, descubridor de la tortilla. Este verano se augura, por efecto pernicioso de la recesión, el resurgir de los merenderos, donde enfrascarse en la metafísica de cuál de los de Gijón cocina la mejor tortilla de patata. La persistencia de la pésima economía obligará, también en esta ciudad que glorifica el yantar, a, en vez de a la carta, comer al pie de la letra. Para no darse de tortas con la factura, lo mejor es la tortilla.