A. RUBIERA

«Después de tropecientas noches, ya puedo dormir bien». Es lo que ha ganado Belén Manso con la sentencia que esta misma semana se fallaba en el Juzgado de primera instancia n.º 6 de Gijón. Una sentencia que exime a su familia de abonar los 17.000 euros que desde hace un año le venía reclamando Bankinter en concepto de pérdidas y gastos de cancelación generados por un producto financiero de alto riesgo y base especulativa que, sin saberlo y pensando que era un seguro contra las subidas del euribor, su hijo David González Manso firmó, en nombre de su empresa, Decoraciones Alex, a mediados de 2007.

El juez, además, condena en costas al banco. Es todo lo que pedía la familia González Manso, que aún no se cree que hayan ganado «a un todopoderoso banco. Nunca quisimos llegar a esto, intentamos siempre un acuerdo amistoso porque veíamos muy complicado meternos en un juicio, pero al final no nos dejaron otra alternativa y nos han dado la razón», reconoce David González.

Como responsable de la cuestión administrativa de la pequeña empresa familiar -entre 4 y 6 empleados en todos sus años de historia-, a él le tocó atender, en abril de 2007, a un empleado de Bankinter que le ofreció mejorar las condiciones de su línea de descuento y la póliza de crédito que tenían con otro banco. Dos productos habituales que manejan las pequeñas y medianas empresas para tener siempre liquidez y para poder cobrar rápido y con los menores intereses posibles los pagarés que les firman los clientes. La línea de descuento la suscribió por 50.000 euros y la póliza de crédito por 10.000 euros, ambas con suscripción de un año y posibilidad de ser renovada. Días antes de la firma ante notario de ese producto multilínea, la familia recibió de nuevo la visita de otro empleado de Bankinter, que les ofreció lo que entendieron que era «un seguro que nos cubría de los posibles efectos de la subida del euribor. En menos de una hora me explicó vagamente lo que era, me dijo que no tenía coste alguno para nosotros, le eché un vistazo y, como entendí que estaba ligado a los dos productos anteriores, lo firmé fiándome de lo que él me decía», cuenta el implicado. Firmó un contrato que, como ahora reconoce el juez dándole la razón a un perito, «tenía una redacción oscura que, no tratándose de un profesional, es difícil saber lo que se está contratando. Más aún en este caso, en que lo pactado no es un instrumento financiero equilibrado, ya que existe una restricción de ganancias del 0,10%, pero no para las pérdidas». Así fue. Mientras el euribor subía, la familia recibió liquidaciones positivas de 40-50 y hasta 200 euros. Pero cuando el euribor cayó le reclamaron de una tacada 1.500 euros. «Sospeché que podía ser aquel seguro dichoso y por todos los medios quise cancelarlo. Entonces surgieron los problemas. De buenas a primeras, un 31 de junio a las 2 de la tarde, me ejecutan la cancelación y me aparece un descubierto de 17.000 euros», recuerda el afectado.