Ángel CABRANES

«Hace años había aquí una fiesta fenomenal, con feria de ganao y maquinaria. Ahora estamos intentado recuperarla, porque ye de las más guapas y familiares». Jesús Patallo, presidente del Consejo Parroquial de Granda, describe así una de las celebraciones más arraigadas de la zona rural. La parroquia festejó ayer el día de San Isidro Labrador con la tradicional procesión del santo junto a la Virgen de la Flor, la subasta del ramu, la bendición de los animales y, cómo no, sidra, gaita y tambor. Todos quisieron estar en torno a la imagen de «un hombre que hizo milagros rezando a la tierra».

«Llevamos tres años intentando devolverle el protagonismo a una fiesta tradicional y de marcado clima religioso, como nos ha pedido desde su llegada el Papa Benedicto XVI. Gracias a todos por ayudar a conseguirlo». José Vicente Álvarez, párroco de Granda y vicario de Somió, concluye la ceremonial misa en Granda dirigiéndose al centenar de parroquianos y visitantes que llenan su iglesia. Es el momento de sacar a San Isidro y a la Virgen de la Flor de Granda en procesión, al son de las gaitas y el tambor de la agrupación folclórica avilesina «Xaréu d'Ochobre».

«Vengo desde Gijón con "Yorsa" y "Mikaela"», comenta junto a sus perros Joaquín Farpón. «La mía ye de Mareo», contesta Milagros Infiesta mientras agarra de la correa a «Pati». Un pequeño corro se forma en torno a José Vicente Álvarez para recibir el agua bendita. Mientras, Félix Rubio Camín, sacerdote de 75 años que está de misiones en Veracruz (México), contempla la escena con satisfacción. «He querido regresar a Granda durante la celebración de mis 50 años de ordenación, porque aquí vivían mis abuelos. Ellos colaboraron incluso en la edificación de la antigua iglesia», desvela Rubio Camín a algunos curiosos.

«¿Quien quiere fabines de mayo? Son a tres euros, muy blandines», grita José Mari Ramos Rendueles. La subasta de los productos de la huerta, cedidos por los vecinos, continúa la fiesta, abre monederos y arranca sonrisas. «No sé donde aprendió esti chaval a vender tanto», comenta Santiago, padre del protagonista de la rifa.

«Esto me recuerda a cuando era pequeña», confiesa Marián Rendueles a su pareja, José Luis Arias. «No os escapeis que tenéis que venir a comer algo», apura el párroco de Granda a aquellos rezagados que enfilan el camino de la Carbayera. Algunos atan sus caballos, se adentran en los soportales de la iglesia y brindan por «un San Isidro como el de antes».