E. M.

«Llevamos desde que se puso la rotonda pidiendo que se dé una solución. No atenderán hasta que ocurra algo lamentable». Manuel Cañete, responsable de asuntos de urbanismo en la asociación «Evaristo San Miguel», del Polígono, no quiere interpretar si los accidentes en este «punto negro» del tráfico gijonés tienen más que ver con la velocidad de los conductores, la falta de atención a las señales, o el mal diseño técnico. «Sea lo que fuere, la realidad es evidente: hay muchísimos accidentes. Y eso obliga a adoptar medidas urgentes», sostiene Cañete. La opinión vecinal es que «las barreras luminosas, que resultan eficaces en otras zonas de Gijón, también podrían valer aquí; quizás haya que poner un radar, o aumentar las bandas sonoras. Pagaremos todos por unos pocos, pero es necesario», dicen.