A. RUBIERA

Nuria Blanco Hevia es directora de la Escuela Oficial de Idiomas de Gijón. En el centro de Pumarín tiene su plaza fija, como especialista de alemán, desde hace más de una década. Hace tres cursos que dirige la Escuela y es consciente de que este año le tocará afrontar el «boom» de matrícula generado por el paro y por la necesidades de los gijoneses de mejorar su currículo.

-¿En qué números se mueve la Escuela de Idiomas de Gijón?

-La escuela lleva 21 años funcionando y en este momento tenemos 2.050 alumnos repartidos en tres idiomas: alemán, francés e inglés.

-¿El inglés es el mayoritario?

-Sin duda. Ahí se concentra la mayor parte de los alumnos, y la parte menor estudia alemán. En estos momentos estamos en pleno proceso de cambio de estructura académica y la enseñanza, que era de cinco años, ha pasado a ser de seis, dividida en tres etapas: dos años de nivel básico, otros dos de nivel intermedio y los últimos de nivel avanzado.

-¿Qué perfil tiene el alumnado?

-Nuestro alumnado menor de edad supone menos del 15%. Los alumnos se pueden matricular en la Escuela a partir de los 16 años, pero tenemos también un grupo de 14-16 años que, en todo caso, tienen que ser estudiantes que se matriculan en un idioma distinto al que cursan como primer idioma en su instituto. En general, lo que más tenemos son universitarios o parados que quieren o bien mejorar sus conocimientos o lograr certificaciones para acreditar en su currículo que dominan un idioma. Eso no quita que también tengamos estudiantes trabajadores, amas de casa y mayores con inquietudes.

-¿Quién es su estudiante de más edad?

-Una mujer de 77 años, le sigue un varón de 76 años. Otro grupo importante que tenemos en la Escuela es el de la gente extranjera. Tenemos presencia de una treintena de países, estudiantes que están en Asturias trabajando, o lo que sea, y deciden aprender otro idioma.

-¿Cree que la Escuela tiene alguna demanda que debería atender?

-Estaría bien tener, por ejemplo, español para extranjeros. Y siempre hemos tenido una cierta demanda de italiano, ya que en Gijón no hay casi ningún sitio donde poder estudiarlo. Pero todo eso es una cuestión económica y por ahora la Consejería no valora ampliar nuestra oferta.

-¿Pronostica alguna repercusión en la Escuela de Idiomas fruto de los programas de bilingüismo que la Consejería introduce tanto en escuelas como en institutos? ¿Reducirá su demanda o cambiará el perfil del estudiante?

-Por el momento no está generando un cambio de tendencia en cuanto a la demanda de inglés, ya que sigue siendo el idioma más solicitado. Mi opinión es que está muy bien que haya bilingüismo en los institutos, para nosotros siempre será algo muy positivo, sobre todo porque considero que aún hay mucho que hacer en la enseñanza de idiomas en España. Lo que sí percibimos es que los jóvenes de esos programas bilingües tienen otra actitud ante el idioma; aunque no dominen totalmente el idioma, si les preguntas algo en inglés te responden con más soltura que antes. La gente puede saber más o menos, pero demuestra otra actitud ante el idioma.

-¿Qué cree que les pasa a los españoles con los idiomas?

-Hay que tener claro que no es una asignatura «maría», que hay que estudiar vocabulario, estudiar estructuras y, lo más importante, hay que hablar y saber defenderse. Comparto la tendencia educativa de aumentar las competencias de comprensión oral y comprensión escrita, o sea, de que el alumno sea capaz de entender y de expresarse por escrito, pero también hablando. A fin de cuentas, lo más importante es comunicarse.

-¿Diría que será más efectivo?

-El método efectivo es aquel en el que se trabaja lo que se quiere conseguir. O sea, que si se quiere conseguir que un joven domine otro idioma hablado, en las clases habrá que hablar. No hay otra. Y para eso, una de las cosas más importantes es la ratio. Con 10-12 alumnos se trabaja muchísimo mejor que si en un aula hay 25. Esa es una de las cosas más importantes en la enseñanza de idiomas.

-¿Una escuela que tiene un porcentaje grande de alumnado adulto y cuyas enseñanzas no son obligatorias percibe esa bajada en la capacidad de esfuerzo de los alumnos?

-Creo que sí. En general, y tomando como referencia mis primeros años como enseñante, creo que hay un menor ánimo de esfuerzo en el alumnado. Y en mi caso sólo tengo once alumnos menores, el resto son adultos. De todas formas, no reniego de los alumnos jóvenes.

-¿Le gusta enseñar a gente joven?

-Me gusta mucho, lo considero un privilegio porque te mantiene al día y te transmite vitalidad. De todas formas soy de las que me considero también afortunada como profesora de idiomas, ya que para mí es una ventaja dar clases de algo que la gente elige libremente. Me licencié en Biológicas y podría haberme presentado a oposiciones de Ciencias para profesora de instituto, pero me parecería descorazonador dar clase a alumnos de 14-16 años de algo que a mí me parece tan guapo y tan importante y que muchos de ellos no tuviesen ganas de aprender.

-¿Qué nivel de demanda tiene la Escuela?

-Está llena. Hay idiomas en los que en algunas horas y en algún nivel se podría asumir algún estudiante más, pero estamos bien. El año pasado tuvimos 1.500 solicitudes de admisión.

-¿Pronostica una mayor demanda este año?

-Sí, porque de hecho ya está viniendo mucha más gente a preguntar. Diría que vamos a tener más demanda seguro. Somos una enseñanza barata y un buen recurso al que acogerse en momentos como este.

-Como funcionaria que es desde hace 17 años, ¿cómo se toma la decisión del Gobierno de recortar su salario?

-Me parece que está muy mal visto en la sociedad que cualquier funcionario diga nada, aunque está más justificado que lo digan los funcionarios mileuristas. Lógicamente, la gente que está en paro o en situaciones explotadas puede decir «ya me gustaría a mí tener un trabajo fijo y estable». Pero, bueno, creo que cualquier medida que se tome es mejor que sea tomada por consenso y no por decreto. Por sorpresa nunca gusta ninguna medida, y menos si es de recorte.

-¿Se siente parte de un colectivo privilegiado?

-Yo creo que sí, y por eso no me atrevo a protestar en situaciones como la que se está viviendo y planteando ahora. Lo que no quita para que sí quiera dejar claro que ni yo, ni la mayoría de mis compañeros, trabajamos de 8 a 15 horas, ni vivimos con cuatro meses de vacaciones al año como la gente dice. Tampoco la causa del déficit está en el funcionamiento de nuestros centros; yo manejo un presupuesto anual y de ahí no me salgo ni un euro. Y que nadie se olvide que tuvimos muchos años el sueldo congelado.

-¿Tiene claro si se va a sumar a la huelga planteada?

-No me sumaré. Y no porque sea directora, ni mucho menos. Pero en nuestro centro educativo esos días estamos haciendo exámenes para que muchos ciudadanos puedan conseguirse un título, y no creo que perjudicando a esa gente yo ni el colectivo de funcionarios ganemos nada.

Nuria Blanco Hevia

Sotrondio, 1966. Entre los 5 y los 9 años vivió en Berlín y con 10 años se instaló con su familia en Gijón. Estudió en el Colegio Begoña, en el IES Calderón de la Barca y se licenció en Biología (especialidad de Botánica) por la Universidad de Oviedo. Desde 1993 es funcionaria con plaza de profesora de Escuelas de Idiomas (en la especialidad de alemán). Se estrenó como docente en Teruel y volvió a Gijón hace quince años. Lleva tres cursos como directora de la Escuela Oficial de Idiomas de Gijón.