Experto en literatura infantil, autor de «La niña de la nube»

A. RUBIERA

Paco Abril (Teruel, 1947) tiene una cita esta semana con los lectores. En el Centro de Cultura Antiguo Instituto, el miércoles a las 19.30 horas, este pedagogo, cuentacuentos y experto en animación a la lectura -además de coordinador desde 1989 del suplemento de LA NUEVA ESPAÑA «La Oreja Verde»-, compartirá su último proyecto impreso: la reedición, por la editorial Everest, del cuento «La niña de la nube». Un texto que vio la luz hace más de una década gracias a la editorial Libros del Pexe y que tras el cierre de ésta ha pasado a otras manos en formato libro -antes era álbum-, con la obligada revisión de su autor y una nueva y brillante ilustración.

«La niña de la nube» gira en torno a la invisibilidad que sufren algunos niños. Una temática de gran dureza que destila, según Paco Abril, el mejor jugo de los cuentos.

-¿Cómo surge «La niña de la nube?».

-Primero, porque una amiga me comentó un día que siempre había sido una mujer invisible. Tenía un hermano y cuando, por jemplo, estaban comiendo en familia, sentía que sus padres hablaban a través de ella, como si fuera un cristal. Luego, otra compañera me dijo más o menos lo mismo, que siempre había sido una mujer inexistente, con una familia que hablaba para su hermano varón, pero nunca o casi nunca para ella. Esos fueron dos acicates importantes para escribir. Pero hubo más. En un colegio vi cómo unos chiquillos casi arrollaban a una niña y cuando se lo reproché, la propia niña me dijo: «Es que a mí nunca me ven». Es algo tremendo.

-¿No es un argumento demasiado terrible para un cuento?

-Considero que estas cosas hay que contarlas. Además, cuando se narra esto a los niños o lo leen unos se sienten identificados con esa invisibilidad y otros sienten que ven a otros niños como invisibles. En ambos casos puede provocarles algo.

-Provocar reacción. ¿Es eso lo que busca?

-Los libros no son para cambiar nada, pero sí que pueden suponer un toque de atención, pueden incitar a reflexionar. Este cuento no lo hice para divertir, sino para interesar.

-En muchas de sus actividades de animación a la lectura tiende a seleccionar obras que parten de momentos vitales. ¿Por qué?

-Me gustan los libros que les dicen algo a los niños. Hay cuentos que pueden divertir, que es un término que viene de la palabra latina «divertire», que es alejar de, distanciar, pero a mí me gusta los que interesan, que viene del término «meter dentro de». Creámoslo o no, a los niños les gustan los cuentos que les interesan, que les dicen algo de ellos mismos. Un cuento que sólo sirva para divertir, nada más terminar de leerlo se evapora en el aire, no deja ninguna huella. Las buenas historias son las que nos mueven y conmueven.

-¿Qué ha ganado «La niña de la nube» con esta reedición?

-Deberá decirlo el lector. Si acaso, a mí me gusta destacar que la editorial puso a disposición del cuento una ilustradora nueva japonesa, Toshie Oue. Ese trabajo ha resultado para mí una gratísima sorpresa porque es de una sensibilidad y exquisitez enormes. En estas ilustraciones yo veo a la niña de la nube. Y, sobre todo, me gusta que aparecen dibujados niños reales, no caricaturizados, como suelen hacer en muchos libros actuales.

-¿Por qué feminiza la invisibilidad?

-Primero, porque han sido mujeres las que me han manifestado esta circunstancia; segundo, porque he visto niñas en esa situación, y tercero porque pienso que la historia de la mujer es la historia de la gran invisibilidad, para sonrojo de los hombres. Como hombre, me avergüenzo de que la mujer haya estado sometida a esa invisibilidad durante siglos. Por eso subrayo que el protagonismo sea femenino. Aunque eso no quiere decir que no haya muchos hombres y niños inmersos en este problema. Incluso, diría, que les sucede a muchos grupos sociales, como pueden ser los emigrantes. Están viviendo en gran medida una invisibilidad que es algo más que el rechazo; supone que «no existes para el otro». Y eso lleva a que no te sientes valorado, sentido, ni querido por los demás. Es una de las situaciones más tremendas que puede sentir un ser humano.