Hay determinados conciertos en los que, más que insistir en la separación entre intérpretes, oyentes y repertorio, se plantea una interrelación entre todos los factores, casi a modo de experiencia sensorial. Ese fue el efecto del quinteto madrileño Lüger, quienes presentaron su debut discográfico (en formato LP) en el recinto ferial de Gijón, dentro del ciclo «Intersecciones», coordinado por Cajastur.

Con un hipnótico fondo audiovisual que nos remitía a los discursos psicodélicos de finales de los 60 y principios de los 70, el quinteto arrancó filtrándose sutilmente con el sonido. Lüger ahonda en la experimentación tímbrica, buscando conformar una poderosa masa sonora en la que todas las líneas se entremezclan y confunden, creando una sensación ambigua en la que, en muchos momentos, uno no sabe exactamente que está sonando. Paulatinamente se van sumando o restando elementos, proponiendo diversas atmósferas que se veían abortadas de forma abrupta por explosiones rítmicas salvajes (con un componente de performance muy implícito en el directo). El sonido de la banda se sustenta en una base rítmica configurada por un bajo (Daniel Fernández) que a menudo marca pulsos estables y va marcando la direccionalidad de las piezas, y una tándem de batería y percusión (Raúl Gómez y Fernando Rujas), que aportan muchas concesiones a sonidos industriales y maquinales, jugando con referencias más cercanas al Noise o incluso al Futurismo de Russolo. En el registro más solista, si bien aquí no aparecen solos convencionales, se encuentran el teclista Mario Zamora, quien a menudo fabricaba transiciones entre las piezas alternando diferentes loops y efectos sonoros, y el guitarrista Diego Veiga, a quien tanto se le podía ver frotando con arco su guitarra eléctrica, como generando acoples con su amplificador mientras andaba tirado por el suelo.

Una interesante travesía con mucha carga visceral e instintiva, ambientes planeadores, guiños al punk, al post-rock o al Kraut-rock, y donde se plantearon escalas originales e imaginativas, junto con otros lugares más comunes y ya muy explorados con mejor fortuna. Lo mejor, sin duda, el magnetismo de su directo; lo peor, con diferencia, la mezcla sonora que impidió que se distinguieran muchos detalles imprescindibles en este tipo de conciertos (como las melodías vocales, que prácticamente permanecieron en la parte más baja de la textura final).

La última propuesta que aterrizará en Gijón, para el programa «Intersecciones», será la del quinteto sevillano Montevideo. Pop melódico con influencias procedentes de la estética de los 80 que se podrá disfrutar el próximo 5 de Junio, en el pabellón Cajastur del recinto ferial.