R. NOGUEIRA

La diálisis ya ha dejado de ser un problema para los enfermos que se quieren ir de vacaciones. Cada vez más, los centros de salud y hospitales de toda España tramitan solicitudes para que quienes tienen problemas renales y dependen de que una máquina haga la función de sus órganos puedan continuar su tratamiento en sus lugares de descanso. Pasó a la historia el condenar a los enfermos crónicos a vivir entre su casa y el hospital, sin más concesiones. Por eso mismo, cada verano el hospital de la Cruz Roja de Gijón acoge de 45 a 50 pacientes que llegan de fuera de Asturias y necesitan de la diálisis para sobrevivir.

«Los pacientes de verano suelen ser esporádicos y llegan repartidos a lo largo de todo julio y agosto, y en ocasiones en septiembre. Aunque algunos se repiten año tras año», puntualiza la doctora Julia Mejido, responsable del servicio de hemodiálisis de la Cruz Roja gijonesa. «Estos pacientes son, sobre todo, asturianos que viven en otras partes de España, sobre todo Madrid, e incluso de Europa, en especial de Bélgica, Alemania u Holanda. También familiares de gente de aquí», añade. Más anecdótico, aunque igual de real, son los casos de «peregrinos en camino a Santiago de Compostela, turistas que vienen unos días a la playa o gente que se va una semana a casas rurales. A veces también tenemos críos de fiesta que se tienen que quedar una noche».

El proceso de tramitación de solicitudes de desplazamiento estival comienza a principios de año y la Federación Nacional de Asociaciones para la Lucha Contra las Enfermedades Renales (ALCER) es la encargada de ayudar a los enfermos a encontrar un hospital en el que continuar su tratamiento una vez en su destino de vacaciones. «Hay localidades en las que es más difícil encontrar plaza», explica la doctora Mejido, «pero en Asturias tenemos la orden de admitir a todos los pacientes que soliciten plaza, así que cualquier enfermo puede continuar aquí su tratamiento; si no es en un centro, es en otro. Lo que ocurre es que nosotros también tenemos pacientes que se van de Asturias de vacaciones, aunque ésos son los menos», añade.

Los servicios de diálisis se saturan en verano más que en ninguna otra época del año, ya que a los pacientes regulares de la Cruz Roja se suman los pacientes estivales. Por eso, el hospital gijonés habilita, aparte de su turno diurno con capacidad para 60 pacientes, un turno de noche para 20 pacientes diarios más. Sea en el turno que sea, los enfermos se muestran muy contentos con la atención recibida en la clínica asturiana.

«Llevo cuatro años veraneando dos meses en Gijón», cuenta el madrileño Gregorio Canencia, paciente estival de la Cruz Roja; «todos los años solicito plaza en el turno nocturno porque así tengo todo el día libre, no tengo que madrugar y cuando acabo me puedo ir a dormir, porque cuando sales de la diálisis no apetece hacer nada». El paciente madrileño ha sufrido un trasplante de hígado, tiene problemas del corazón, y los riñones le han empezado a fallar. Con una salud tan delicada es complicado pensar en el veraneo. Por eso, «hacía años que no salía de Madrid, pero ahora vengo a Gijón porque me gustan el clima, la comida y la atención en la Cruz Roja, donde siempre me pueden atender y donde el personal te trata muy bien». El madrileño dice estar muy agradecido al tratamiento de los doctores y del personal de la clínica durante estos cuatro años, «y lo digo porque es verdad que me encuentro a gusto aquí, tanto o más que en mi clínica de Madrid», comenta el paciente.

María Rosa Bernabé llega por primera vez a Gijón desde Alcalá de Henares. «Solicité plaza para Oviedo, pero ya era muy tarde y no tenían hueco, así que me ofrecieron la alternativa de Gijón», explica la paciente. «Veraneo desde hace 15 años con mi familia por la zona de Llanes y Lastres, pero es el primer año que tengo que hacer diálisis porque me diagnosticaron problemas renales en septiembre del año pasado», añade. Por ahora sólo puede decir: «Me siento bastante cómoda aquí», y certificar, como el resto de implicados, que aún enferma, ella también tiene derecho a disfrutar como siempre de sus vacaciones.