En mi condición de aborigen de este paraíso quiero expresar con luz y taquígrafos mi agradecimiento a una mujer talentosa y de talante que, tocada del virus del gijonismo (que diría Pachín de Melás), dice adiós a un fructífero período al frente de nuestro palacete consistorial. Se nos va «la mejor alcaldesa de todos los tiempos» y deja el listón, ya lo creo, en todo lo alto, pues su señorío, en estos tiempos de imperante cutrez y zafiedad, unido a su capacidad de trabajo y vitalidad, quedarán grabados a fuego en el libro de honor de los gijoneses. En fin, Paz, te deseo larga vida para que puedas disfrutar, amén de nietos, viajes y lecturas, de tu querido Gijón, que merecido lo tienes. Gracias de corazón. Un beso y hasta cualquier día en el que compartamos unos culinos en Casa Ataúlfo.