Víctor RIVERA

José María Meana Acebal, Pepe, ejerce de orgulloso «Cicerone». No es para menos. La escuela de fútbol de Mareo luce mejorada por las obras de acondicionamiento que complementan a las de verano anterior y su director siente el orgullo de un padre antes las alabanzas de los visitantes. Las cifras de la inversión no han trascendido, pero siempre se quedan cortas. Máxime cuando hubo que desviar fondos para asumir los palcos vip de El Molinón. Con todo, el resultado es espléndido. Mareo, el vivero de futbolistas, se ha modernizado al nivel de las mejores ciudades deportivas.

«La obra más importante es la que menos se ve», explica Pepe Acebal. Se refiere al cambio de la instalación eléctrica, que aún databa de la inauguración de la escuela en 1977. El viejo transformador dijo basta y hubo que instalar uno nuevo. La obra civil para el soterramiento del cableado ya se ha realizado.

El edificio de los vestuarios oculta la parte más lujosa de la reforma. Nada más cruzar la puerta de acceso, frente a las oficinas, el visitante entra en un lujoso hall. Asientos de cuero, paredes en rojo, blanco y bengué, fotos, escudos, metacrilatos y una magnífica escalera con acero inoxidable y cristal. Este área servirá para la recepción de visitas, entre ellas, los rivales del filial. El paso queda vedado a la zona reservada para el primer equipo, que al igual que el filial, tendrá un área exclusiva y separada por puertas infranqueables. «Queremos que los chavales tengan la sensación de que cruzan una puerta cada vez que salten con un equipo», explica Acebal.

En el exterior, siguen las novedades. Una pista finlandesa de 1,1 kilómetros bordea la zona baja de la escuela de fútbol. Es un recorrido exigente, para el uso de todos los equipos, en el que se mezclan las pendientes y las distintas superficies. El proyecto se completará con un gimnasio al aire libre. Al estilo de los que existen en las zonas de ocio para mayores, en el que los futbolistas podrán hacer algunos ejercicios. Las pesas seguirán en el gimnasio tradicional.

El visitante extraña los árboles que adornaban, daban refugio y sombra a los distintos campos. «El convenio con Jarpa expiró en junio y la negociación para la renovación incluía el replantado de los árboles», detalla Acebal. Frente a la oficina se colocará un seto con la forma de un lanzador de falta, con su barrera y todo. Son detalles que se cuidan en un Sporting que no para de crecer.