R. N.

El primer día de competición en el hipódromo de Las Mestas coincidió con el Ramadán, celebración sagrada para los musulmanes. Por eso, mientras los jinetes y el público disfrutaban del programa de saltos, los miembros del equipo de Arabia Saudí apenas se dejaron ver en toda la jornada.

Durante el mes del Ramadán, los musulmanes se imponen un ayuno estricto hasta que se pone el sol, a modo de sacrificio personal y purificación espiritual; no pueden ni beber agua. Esas restricciones chocan con la dinámica de concursos como el que se celebra estos días en Gijón. Los saltos se celebran durante el día. Y, alrededor de la pista, abunda la comida y bebida; una difícil tentación.

Por eso, entre salto y salto, Kamal Bahamdan, Ramzy Al Duhani, Abdulla Sharbatly y Kaled Al Eid se alejaron de la multitud e intentaron conciliar el sueño para poder sobrellevar el duro ayuno. Por el contrario, el número uno del mundo, el francés Kevin Staut, se dedicó a pasear el hipódromo gijonés. El campeón, que compagina sus compromisos deportivos con su faceta de modelo de Gucci, disfrutó de su tarde libre y se relajó dando paseos con su perro por Las Mestas.

Mientras los participantes competían o descansaban, un escuadrón de unos 150 trabajadores se encargaba de que todo saliera como se esperaba: 82 jóvenes se hacen cargo de las taquillas de apuestas; alrededor de 40 personas se centran en el cuidado de la pista; hay seis azafatas que hacen posible que participantes y asistentes encuentren lo que buscan. La plantilla se completa con cuatro conductores, jefes de prensa y protocolo, los trabajadores que se hacen cargo de las oficinas, los seis miembros del jurado y los tres del comité de apelación. Gracias a todos ellos el concurso dio ayer comienzo con muy buen pie.