R. NOGUEIRA

Lorena Sánchez Lueje, vendedora adscrita a la Agencia Comarcal de la ONCE en Gijón, tuvo ayer un gran inicio del día laboral. Al poco de instalarse en el quiosco que regenta desde hace año y medio en la calle Río de Oro, a las mismas puertas del centro de salud de El Llano, supo por un cliente que había repartido unos cuantos miles de euros por el barrio gracias al cupón del lunes, 30 de agosto.

«Vendí ocho de los diez cupones del número 63.053 que tenía, y tocaron», contaba, tremendamente ilusionada, Lorena Sánchez Lueje. En total, 280.000 euros que no han debido de irse muy lejos.

Fue un beneficiario quien, precisamente, le dio la buena noticia. «Cuando abrí el quiosco por la mañana vino un señor a mirar el boleto. Es un cliente habitual, creo que vecino del barrio, aunque no conozco su nombre. Y resultó que estaba premiado», explicaba ayer al mediodía la joven, pocas horas después de haberse enterado de que había traído la suerte al barrio.

El cliente, además de compartir con ella su alegría, le indicó que tomaba rumbo a una entidad bancaria para ver si podía cobrar su suerte. «Ahí fue cuando me enteré de que estábamos de enhorabuena, porque hasta entonces no sabía nada. Lo siguiente que hice fue poner un cartel anunciándolo, por si alguien no sabía aún que le habían tocado 35.000 euros», añadía la vendedora. Horas después, nadie más se había identificado como beneficiario del premio.

«Me alegro de que ocho personas, probablemente clientes habituales y vecinos del barrio, tengan 35.000 euros más en sus bolsillos gracias a mí», explica la joven gijonesa. En total, la ONCE repartió, con el primer premio del sorteo del lunes, 280.000 euros en Gijón (casi 50 millones de las antiguas pesetas). Los ocho boletos premiados salieron de este quiosco del barrio de El Llano para sorpresa de todos los compradores habituales y la propia vendedora. «La primera sorprendida fui yo», confiesa.

Durante todo el día de ayer, vecinos y clientes diarios pasaron por el quiosco de la calle Río de Oro para felicitar a Lorena Sánchez Lueje «y para preguntarme cuando voy a vender el ganador del gordo de Navidad», cuenta. Para la vendedora, lo más triste de la historia es que «iba a comprar los dos boletos que no vendí, pero al final los devolví a Oviedo y me quedé con otro número». Estaba claro que la suerte no tenía, ese día, una cita con ella. Pero sí con sus clientes.