Miriam SUÁREZ

La Asociación de Vecinos de Vega quiere explicaciones sobre la decisión de utilizar las escombreras de Mina La Camocha para relleno de la ampliación portuaria. Y, este lunes, las reclamaba por escrito a través del Registro municipal. Se deja así constancia formal de la inquietud de una parroquia que teme las consecuencias geológicas de las extracciones de material, además de lamentar las molestias que ya se están produciendo por el intenso tráfico de camiones.

Los representantes vecinales piden tener acceso «al expediente completo de la licencia que ampara esta actividad». Pretenden, de esta manera, conocer los términos del acuerdo alcanzado entre Dique Torres -la unión temporal de empresas que resultó adjudicataria de la obra de El Musel- y los administradores judiciales del concurso de acreedores que afronta Mina La Camocha para su liquidación. «Queremos asegurarnos de que todo está en orden», alegan.

La escombrera norte «ya resbaló sobre el arroyo Llantones» en su día. Con estos antecedentes de inestabilidad, los vecinos de Vega consideran que los trasvases de material «deberían contar con el aval de algún organismo especializado». La parroquia encargó sus propios informes sobre el subsuelo de la zona cuando se redactó el Plan General de Ordenación (PGO) de 2005. En ellos se detectan riesgos «por oscilaciones del nivel freático», así como por la existencia de «numerosos puntos de hundimiento».

Al colectivo vecinal le preocupa que los movimientos que se están realizando en las escombreras de La Camocha agraven las condiciones geológicas de una zona debilitada por 75 años de actividad minera. Pero la asociación que preside Carmen Suárez no sólo presta atención a lo que pueda ocurrir bajo tierra. También vigila muy de cerca la evolución de los efectos que ya se manifiestan en superficie como consecuencia del transporte del material.

El flujo de vehículos pesados entre La Camocha y el puerto de El Musel «está resultando muy molesto», constata la presidenta vecinal, que echa en falta una señalización acorde con el trasiego de camiones que altera desde hace días el tráfico de la parroquia. «Se supone que deberían colocar señales de precaución. Y si no las colocan, pues tendremos que volver a ir al Registro municipal para pedirlas por escrito», señala.

Las palabras de Carmen Suárez dejan asomar el malestar de una parroquia que reprocha «la política de hechos consumados que suele practicarse en esta ciudad». Desde la Administración nadie les avisó de que iban a utilizarse las escombreras de La Camocha para rellenar el superpuerto, y «tendrían que haberlo hecho, aunque sólo sea para prevenirnos del tráfico de camiones, que conlleva sus riesgos para la circulación».

Los vecinos de Vega se enteraron del acuerdo entre Dique Torres y los administradores concursales de la mina cuando ya habían comenzado las extracciones de material en la escombrera norte. La única información de la que disponen se la dieron los transportistas. Por ellos saben que las molestias durarán hasta finales de año. «Si esto continúa así, también tendremos que pedir que cubran la carga de los camiones con una lona o un plástico, para que no suelten tanto polvo cuando pasan cerca de las casas», plantea la presidenta de la asociación de Vega, haciéndose eco de las primeras quejas vecinales.