No es soledad. Tú estás aquí conmigo; creas paisaje en torno, y un celaje que hace celeste y mítico el paisaje bajo tu nombre. pero no consigo

saber dónde tu nombre se pronuncia. Como agua viva fluye y estremece de vida aquel paisaje; fluye y crece con él en la verdad en que se anuncia

no sé por quién ni cómo, desde dentro, tu presencia. Y me siento en ella ungido de una fe que hizo lúcida la sombra

tuya y mía en la hora del encuentro, con nombre ya: soledad con sentido. Es mi propio latido quien te nombra.