J. M. CEINOS

A partir del 7 de agosto de 1901 los gijoneses empezaron a mirar con más interés hacia la parte oriental de la playa de San Lorenzo, incluso más allá del Piles, después de la inauguración de la pasarela de madera que permitía atravesar la desembocadura del principal río del concejo sin mojarse los pies. Toda la zona de la llamada Ería del Piles (que ahora el Ayuntamiento pugna por urbanizar), tierras «remotas» entonces del casco urbano, se abría para el esparcimiento ciudadano, lo mismo que para el residencial los amplios terrenos de lo que ahora es el barrio de La Arena.

Por ello, no es de extrañar que el jueves 10 de octubre de 1901, en la primera página del «diario republicano» local «El Noroeste», cuyo director-propietario era entonces Ramón Álvarez García, se publicase un extenso artículo firmado por Faustino del Valle y González, en el que, bajo el título de «Grandes avenidas. Desde el coto de San Nicolás a la playa de San Lorenzo», su autor, ciertamente con mente preclara, explicaba: «dos son las grandes avenidas que debieran construirse (...) una a enlazar con el mencionado coto por la parte de los Campos Elíseos en su fachada principal (las actuales calles de Menéndez y Pelayo y de Ramón y Cajal) y otra que desde la playa fuera a terminar en lo alto del coto, en la parte donde está la posesión del general Suárez Valdés (es decir, las actuales avenida de Castilla y calle del General Suárez Valdés)».

Hace ciento nueve años los gijoneses ya acariciaban el proyecto de alargar el Muro hasta la desembocadura del Piles y construir un gran puente en sustitución de la «provisional» pasarela. Y proseguía Faustino del Valle: «Realizadas las obras, centuplicaría de valor que hoy tiene la playa (...) Entonces -supuesta la construcción del muro y puente- veríamos surgir como por encanto preciosos chalets y hoteles en los terrenos próximos al mar, incluso en la vía de Piles (sic), y pocas o ninguna población reuniría tan excepcionales condiciones para pasar la temporada de verano».

En 1914 se construyó el puente sobre el Piles que actualmente se está remozando y luego llegaron los años veinte y desde el Ayuntamiento se pergeñaron algunos planes, no ultimados, para convertir la Ería del Piles en una especie de ciudad jardín. Incluso en 1929, Gerardo Fernández, de la tienda de calzados La Maja, que estaba ubicada en la plaza del Instituto, propuso a los gijoneses la idea de hacer un gran paseo marítimo desde El Musel a La Providencia -incluyendo la construcción de un gran puerto entre el cerro de Santa Catalina y el cabo de Torres- y dedicar la Ería del Piles a zonas verdes para el esparcimiento ciudadano.

La idea no pasó a mayores y sería en 1935, en plena II República, cuando el entonces arquitecto municipal, José Avelino Díaz y Fernández-Omaña, firmase, en el mes de mayo, un proyecto de urbanización de la Ería del Piles: casi 500.000 metros cuadrados de terrenos situados entre la carretera del Piles al Infanzón, al Sur, y El Rinconín, al Norte, con la mar a Poniente y una carretera a La Providencia por el Este.

El arquitecto racionalista, que dos años antes había diseñado La Escalerona, proponía una urbanización basada en edificios «de planta baja y un piso», como máximo, «y sobre cualquier solar sólo podrá edificarse el 40 por ciento sobre el total de su superficie». O sea, una ciudad jardín articulada por una calle central «de 20 metros de ancho» y «diez secundarias de doce a quince» metros, como contó el diario «La Prensa» en su número del 31 de julio de 1935. La entrada a la ciudad jardín se haría «por una plaza circular de 80 metros de diámetro» a la altura de la unión con el puente del Piles.

Pero no estaba entonces el horno para bollos y al cabo de un año estalló la Guerra Civil. No por ello se dejó de pensar en urbanizar los terrenos de la Ería del Piles. Así, el 10 de junio de 1937, en las páginas de «Avance», el «diario socialista de Asturias», que se tiraba en Gijón, capital republicana asturiana, se contaba, en la información municipal, que «de nuevo se ha vuelto a hablar en el Ayuntamiento del ensanche de la población por la parte del Piles (...) El paseo del muro de San Lorenzo, el puente sobre el Piles y la carretera a La Providencia son los justificantes de esta preferencia de dar el ensanche de la población por esta parte, ya que tales vías le dan un brillante acceso, que se completa con la carretera al Infanzón, la de La Guía a Somió y aún las calles de Pérez Galdós y Ezcurdia, todas las cuales convergen en esa zona, que tiene además una orientación muy hermosa por su aproximación al mar y a la campiña, bañada de continuo por el sol y al mismo tiempo protegida del ímpetu de las olas».

También recordaba el autor de la información (que no lleva firma), que «en algún tiempo se habló de construir allí la ciudad-jardín, y aún creemos que existe este proyecto en el Archivo municipal sin que nada más se hubiera hecho, por tratarse de una obra de indudable costo».

Y terminaba el periodista afirmando: «Hoy que muchos de los inconvenientes que antes existían pueden acortarse con el nuevo Régimen (sic), bueno será que la atención del Ayuntamiento se fije en esta zona para hacer de ella algo digno de una población moderna, adelantándose los técnicos municipales a trazar calles y líneas de construcción para evitar que la iniciativa particular lo haga por su cuenta sin sujeción a ninguna norma». No dio tiempo a las autoridades municipales republicanas a hacer nada en la Ería del Piles.

Tras la contienda civil, el 8 de septiembre de 1945 se inauguró el Sanatorio Marítimo, el primer gran edificio levantado en la Ería gracias al filántropo Hermenegildo Alfageme, que en sus orígenes se dedicó «a la atención de niños enfermos y pobres con desviación de la columna vertebral, lesiones de cadera, tumores blancos, mal de Pott, parálisis infantil, procesos fistulares, pies zambos y tantas otras deformaciones congénitas propias de la especialidad ortopédica, para conseguir su rehabilitación».

Cuarenta y tres años más tarde, recuperada la democracia, el 11 de octubre de 1988 comenzó la historia oficial de la urbanización de chalés adosados de El Rinconín, una de las mayores polémicas urbanísticas locales de los últimos treinta años, en la lejana Ería del Piles.