R. VALLE

«En cierto modo, para mí es un orgullo que los que han luchado contra la libertad del pueblo español y tiranizado cuarenta años este país me consideren un adversario; lo contrario me daría vergüenza». Santiago Carrillo, ya refrendado como hijo predilecto de Gijón por los aplausos unánimes de los ediles de PSOE, PP e IU, respondía con esta contundencia a quienes han criticado con dureza que se le concediese esta distinción en su ciudad natal. Y lo hacía tras asistir a un Pleno donde los concejales del Grupo Popular trastocaron sus habituales lugares de asiento para evitar que se vieran los vacíos en las sillas de Pablo González y Dorinda García, que ratificaron con esta ausencia su discrepancia con el apoyo de su partido a la distinción a Carrillo.

«Lo importante es que la propuesta de honores del año 2010 se ha ratificado, como otros años, por unanimidad. Eso es lo importante. Hay disculpas justificadas de dos concejales que no han podido asistir... y nada más», explicaba a la salida de la sesión plenaria la líder popular, Pilar Fernández Pardo. Paz Fernández Felgueroso, por su parte, evitó hacer comentarios sobre la situación mientras Jesús Montes Estrada, portavoz de IU, consideraba que la polémica estaba más vinculada a la guerra interna del PP que al rechazo a Carrillo. No hay que olvidar que González y García son los únicos ediles gijoneses que han mostrado su apoyo al regreso de Francisco Álvarez-Cascos a la política asturiana, pese al rechazo de la dirección local y regional de su partido.

Del veterano líder comunista dijo Paz Fernández Felgueroso en la defensa de su reconocimiento que es «ejemplo de moderación, de tolerancia, de responsabilidad y de sentido de la realidad. Y también un ejemplo de lealtad: lealtad a sus orígenes, lealtad a sus ideas sociales y utópicas y lealtad a su país». Gijón ya le concedió hace una década una calle en el barrio de El Llano, donde nació el 18 de enero de 1915.

Carrillo -que se reivindicó como «hijo de la clase obrera asturiana» y recordó emocionado a su abuelo, obrero metalúrgico, y a su abuela, trabajadora de la Fábrica de Tabacos- fue por activa y por pasiva el gran protagonista de un Pleno de honores donde también, por unanimidad, los ediles de todos los grupos dieron el visto bueno al nombramiento del ex vicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato como hijo adoptivo de Gijón y a la concesión de la medalla de oro de la villa al Puerto de Gijón y de la de plata a las escritoras María Teresa Álvarez y Carmen Gómez Ojea, a los sindicalistas José Manuel Menéndez Rozada (UGT) y Francisco Prado Alberdi (CC OO), a la unidad de hospitalización a domicilio del Hospital de Cabueñes y a la Tertulia Cultural «El Garrapiellu». La entrega oficial de las medallas se hará el próximo 29 de junio, día de San Pedro, y ya con una nueva Corporación salida de las urnas al frente del Ayuntamiento.

Ni Rato ni Teresa Álvarez pudieron escuchar las glosas que les dedicaron, respectivamente, Fernández Felgueroso y Fernández Pardo, al estar en Madrid. Ya a punto de finalizar la sesión llegaba a la Casa Consistorial, procedente de una revisión médica tras su reciente problema coronario, un Prado Alberdi que fue sustituido en el acto oficial por el director de la Fundación Juan Muñiz Zapico, Benjamín Gutiérrez. Y sólo unos minutos después de que se aprobara entre aplausos la concesión de la medalla de oro al Puerto y a la comunidad portuaria, abandonaba el salón el presidente de la Autoridad Portuaria, Fernando Menéndez Rexach, para asistir a una reunión.

Antes daba las gracias por «este reconocimiento que llega en un momento especialmente significativo para el Puerto y Gijón con la finalización de la obra portuaria. La historia del Puerto es la historia de la ciudad y por eso esta medalla es una tremenda satisfacción». Gracias fue la palabra más repetida por los premiados, aunque algunos, y más en concreto la escritora Carmen Gómez Ojea, no se sentían merecedores de tanto honor. «A mí no me gustan las medallas ni los premios, me dan rubor, y creo que hay muchísima gente de Gijón que merecería estar en mi lugar, uno de mis favoritos sería el cura Bardales, pero la tengo yo y no se la voy a dar a nadie», explicaba con su habitual sentido del humor.

Para el equipo de la unidad de hospitalización a domicilio del Hospital de Cabueñes y los integrantes de la Tertulia Cultural «El Garrapiellu», representados en el Pleno, respectivamente, por José Cueto-Felgueroso y Tino Lozano, este reconocimiento es un premio al trabajo bien hecho y un impulso para seguir adelante pese a las complicaciones. «Espero que esto sirva para potenciar el desarrollo de esta modalidad de asistencia en nuestro hospital y en todos los hospitales de Asturias», sentenciaba el facultativo gijonés; mientras tanto, Lozano defendió la importancia de esta medalla de plata en la potenciación «del asociacionismo y del movimiento de lucha constante por la defensa, la promoción y el conocimiento de la cultura y de la patria asturianas». En honor del espíritu de «El Garrapiellu», el concejal Jesús Montes Estrada utilizó el asturiano para glosar su trayectoria.

Dirigentes locales y regionales de UGT y Comisiones Obreras se trasladaron hasta el Ayuntamiento para arropar a José Manuel Menéndez Rozada y a Francisco Prado Alberdi en el momento de recibir el aplauso unánime de la Corporación como fórmula de votación. Ambos unen a una dilatada trayectoria de lucha sindical un momento de salud delicada. «Nadie trabaja para que le den una medalla y por eso esta medalla no es mía, reparto un cachín con cada uno y cada una que me ayudaron a hacer algún trabajo bueno en los temas de la reconversión naval y siderúrgica», indicaba Menéndez Rozada; entre tanto, Prado Alberdi reivindicaba que «me dan esta medalla sin haber ocupado nunca un cargo público, sólo por la contribución al bienestar de todos los ciudadanos desde la acción sindical. Y en lo personal para mí es muy importante, porque, aunque nacido en Mieres, quiero a Gijón. Me siento más gijonés de lo que ya me sentía».