Javier NEIRA

La Universidad española se la está jugando. La crisis económica, la rigidez de la legislación que entiende del profesorado, la endogamia aguda y la imposibilidad de contratar a gente verdaderamente valiosa de centros de otros países dibujan un horizonte declinante precisamente cuando hay un consenso global sobre la primacía de la ciencia en todos los órdenes.

Y encima hay miedo, como explica Juan Luis Vázquez, ovetense, catedrático de Matemáticas en la Universidad Autónoma de Madrid y Premio Nacional de Matemáticas: «Todo el mundo habla con cuidado de que las autoridades no se enfaden».

Vázquez apoya unas recientes opiniones del vicerrector Julio Antonio González. «Tiene razón el vicerrector. Los criterios de selección para el acceso a la carrera universitaria han sido desmantelados y hay una protección como la de los controladores aéreos. El problema tiene mal remedio. En su día intenté algo desde una comisión de la Confederación de Sociedades Científicas. Se le dijo a la Ministra que la nueva ley de la Ciencia consagraba la protección del puesto de trabajo contra cualquier intruso. Esa filosofía viene de abajo y está muy implantada. Hay una protección infinita del trabajo por parte de los que ya están dentro».

El matemático ovetense añade: «Las oposiciones han sido suprimidas, pero no hay pruebas alternativas que sean abiertas. Un número muy alto de plazas es convocado por el consejo del departamento para una persona del consejo que muchas veces incluso vota junto a sus amigos. Y eso lo apoya la Universidad que, como tiene problemas de dinero, se interesa por gente que ya está dentro. Y el Ministerio no lo evita».

Todo empieza cuando un profesor «entra mediante el procedimiento de sacar plazas temporales de ayudante entre los que han hecho la tesis. Pero ahí no hay control, es para gente que anda por el departamento».

¿Qué habría que hacer para fichar gente de primerísimo nivel que ahora está en universidades de otros países? «No hay forma», sentencia Vázquez, «está todo preparado para que no se pueda fichar nunca a nadie. No hay manera de que una Universidad compita por hacerse con una persona de fuera. Hay un conservadurismo muy profundo. Y eso viene de siglos».

¿Y el modelo francés o alemán? «Valen como modelo todas las que funcionan desde hace trescientos años en Europa. Estuve hace poco en París, donde hice la tesis, y allí sigue funcionando el viejo sistema de promocionar a los muy capaces mediante un comité donde están los catedráticos más valiosos. En España los catedráticos están en minoría en los comités equivalentes».

Vázquez cree que en la Universidad, «si no se ponen los medios, la crisis puede durar mucho más de cinco años. Los criterios de selección son muy bajos. No hay forma de buscar el talento. Y los recursos para nuevas plazas están orientados a que los saque el de casa y sin más. La ANECA, la agencia nacional de evaluación, sustituye a los concursos competitivos. Todo conduce a que el departamento te saque la plaza ad hoc».

Aún más radical se mostró Gustavo Bueno Sánchez, profesor titular de Filosofía de la Universidad de Oviedo. «El cáncer de la Universidad es la burocracia», indicó, «se acaba de ver con los eméritos: o todos o ninguno. Para optar a una plaza se exigen requisitos meramente formales. La institución está acabada. Se ha terminado con el modelo medieval y moderno de las cátedras, ahora todo se reduce a publicaciones evaluables camelísticamente. No hay manera de fichar a alguien valioso porque todo está en contra. Y es que incluso el servicio de publicaciones de la Universidad de Oviedo no publica los libros más valiosos de casa».

En cuanto a la ANECA, considera que está formada «por profesores jueces a tiempo parcial. Tiene sólo criterios burocráticos, casi mide los trabajos al peso. No entra en los contenidos. Sigue lo que dicen revistas supuestamente prestigiosas. Ahí se evalúa para habilitar potencialmente a alguien para ser profesor. No hay oposición, sólo se juzga el currículum. De esa forma la Universidad se hace trampas a sí misma». La exigencia de experiencia docente distorsiona aún más el escenario. «La docencia cuenta mucho para ser profesor, pero sin ser profesor no se puede obtener esa experiencia. El truco está en permitir que los becarios den clase. Las universidades que hacen eso juegan con ventaja. Sé de un doctor que se presentó a dos plazas y se las quitaron becarios sin tesis, pero con docencia mediante ese procedimiento amañado. La ANECA enmascara las trampas y así sigue corriendo la bola. Las universidades privadas o públicas de nueva planta son más ágiles. En Oviedo un titular cuesta 50.000 euros al año. En esos centros por un coste similar contratan para cursos de una semana a diez profesores de otros países. Cunde más y da más brillo».

Para Santos González, catedrático de Matemáticas de la Universidad de Oviedo, «las universidades públicas tienen procedimientos muy reglados y así se lastran las contrataciones. La ANECA iguala a todos a nivel nacional y eso es bueno; pero está el problema de la docencia, que deja en desventaja al investigador puro. En todo caso, a Efim Zelmanov, medalla «Fields», un científico de primerísimo nivel mundial, con el que tanto colaboramos un grupo de matemáticos de Oviedo, no podríamos contratarlo. De los seis matemáticos rusos que en su día tuvimos aquí, cinco se fueron. O empezaban la carrera desde abajo o nada».

El profesor Gustavo Bueno Sánchez va más allá: «¿Para qué fichar a alguien de fuera? ¿Para salir en los periódicos? Ahí están sus libros, sus artículos, sus vídeos. Todo está en la red. Y los congresos o las estancias permiten contactos personales. Sobra información, el problema es distinguir. Y los políticos sólo apoyan a los que prometen curar el cáncer, aunque sean apenas una sucursal de un grupo de EE UU. Por otra parte, en las privadas tienen a doctores a 600 euros al mes trabajando por internet y están encantados con el paro que existe». Vázquez concluye: «Cuando un catedrático destacado de Madrid se acerca a la jubilación, habría que ir a un concurso internacional para sustituirlo. Pues no, lo más probable es que desaparezca su plaza».

«No hay manera de que una Universidad española fiche a alguien de fuera; hay un conservadurismo muy profundo, y eso es algo que viene de siglos»

<Juan Luis Vázquez >

Catedrático de Matemáticas de la Autónoma

«La institución está acabada; se ha terminado con el modelo de las cátedras, ahora todo se reduce a publicaciones evaluables camelísticamente»

<Gustavo Bueno Sánchez >

Profesor de Filosofía de la Universidad de Oviedo

«Las públicas tienen procedimientos muy reglados y así se lastran las contrataciones; la ANECA iguala a todos a nivel nacional y eso es bueno; pero está el problema de la docencia, que deja en desventaja al investigador puro»

<Santos González >

Catedrático de Matemáticas de la Universidad de Oviedo