Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

«Yo quiero que la gente entienda lo que digo y reaccione», dice Iván Fernández, resumiendo conscientemente el significado del arte. Él es un artista candasín de largo recorrido. Una trayectoria larga en años, porque a pesar de su juventud pinta desde niño («comencé a pintar como una forma de liberar mi imaginación, y las bases las aprendí de mi padre»). Y larga porque el arte le ha llevado al otro lado del Atlántico, donde acaba de inaugurar un estudio-galería, La Factoría del Color, en la ciudad norteamericana de Boston.

La galería ocupa un antiguo almacén de lana en el sur de Boston, «un lugar muy especial que quiero transformar en un espacio no sólo para mi trabajo, sino que dé cabida a todos esos artistas que tienen mucho que decir y no pueden hacerlo en los circuitos oficiales». Su rechazo a eso que llama arte oficial no tiene que ver con la forma de expresar de sus artistas, sino más bien con la forma en que se elige a quién puede o no puede hacerlo, dónde y cuándo. «Estados Unidos no es muy diferente a Europa en lo que respecta al mercado oficial de arte, es difícil, y yo busco canales alternativos que lleguen directamente a la gente de la calle, y que hablen su lengua, mi lengua, la de mis padres o amigos», apunta Fernández, conocido en el mundo artístico como Coyote.

El carreñense es artista desde la ideología: «Prefiero trabajar recogiendo patatas y seguir siendo un artista que dice lo que quiere, cuando quiere y como quiere». Y su voz se deja sentir en los sitios más insospechados para el arte: «Si no puedo exponer en un museo lo hago en la calle, en un bar o en una de las pocas cabinas de teléfono que quedan en las ciudades». Lo único que importa al final, explica, es «la creatividad». Así, se ha llevado a Estados Unidos a un grupo de artistas que trabajó con él en su anterior lugar de residencia, Milán, donde colaboró con el estudio del Doctor Karmaleone, y de donde surgió un nido de creatividad que recibió el nombre de la calle donde se desarrolló: «I Fiori di Via Padova».

Ahora, esa puesta en escena del color se ha trasladado también a Boston, donde Fernández tiene varios proyectos en marcha. «Estoy realizando muchas exposiciones, dos por mes, la última de ellas en Nueva York, y estoy metido en un proyecto para dar una nueva vida a una importante entidad relacionada con la educación y el arte en Massachusetts», enumera este pintor, surfero, skater, profesor y un hombre empeñado en comunicarse a través del arte, pero con el lenguaje de la vida diaria.