Historiadora y antropóloga social y cultural

J. M. CEINOS

El Museo del Pueblo de Asturias fue ayer escenario de una conferencia titulada «Mentiras y verdades sobre la indumentaria tradicional asturiana», que corrió a cargo de Fe Santoveña Zapatero (Vibaño, Llanes, 1963), licenciada en Historia por la Universidad de Oviedo y en Antropología Social y Cultural por la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

-Comencemos por el principio: ¿cuáles son las mentiras?

-Mejor es decir qué hicimos con la indumentaria tradicional asturiana, por qué es esta y no otra y qué sentido tiene en la sociedad actual una manera de vestir del siglo XIX. Por eso, las mentiras van a propósito de cómo contamos esa historia y lo que realmente ocurrió a lo largo de un siglo. Por ello, las mentiras y las verdades están en el proceso de asentamiento de pérdida y recuperación de la indumentaria tradicional asturiana.

-Entonces, ¿hacia dónde tenemos que volver?

-Era la manera de vestir que tenían las clases populares en el siglo XIX.

-¿Y en el XVIII?

-Ahí está la clave; en un momento determinado, a principios del siglo XX, cuando esta indumentaria ya había desaparecido y quedaba de una forma residual, aparecen los partidos políticos asturianistas y parejo hay un proceso de estudio de la cultura asturiana. Es cuando se fija la indumentaria tradicional asturiana.

-¿Pero qué grado de verdad tuvo, o fue una idealización?

-Hay las dos cosas. Lo que se fija es cierto, pero al fijarse empieza un proceso de estandarización y, por ejemplo, la puntilla la acaba poniendo la Sección Femenina, y de aquella estandarización basada en unos presupuestos ciertos y en una forma de mantener todavía viva la indumentaria tradicional, pues llegamos a la pérdida del sentido, a la pérdida total de la forma externa de la indumentaria, que sería pues el estereotipo ridículo al que se llega con el traje regional de la Sección Femenina. Por ello, ¿qué tiene de cierto lo que estandariza y fija a principios del siglo XX?, pues prácticamente todo, pero es el proceso de evolución posterior el que destruye lo que hay de cierto en esa indumentaria.

-Si la indumentaria tradicional era la forma de vestir de las clases populares, ¿cómo se entiende la «riqueza», por ejemplo, del traje de llanisca?

-Es que el traje de Llanes va a parte. Por ejemplo, una de las mentiras es considerar que en Asturias haya traje del Oriente, del centro y del Occidente... No, en Asturias había una manera de vestir, una moda popular como en otras muchas partes de España y de Europa, unas modas que se asimilan de formas diferentes por razones históricas o por razones de tradición. Lo que ocurre es que cuando vamos a investigar, mucho tiempo después, nos quedamos con lo que pervive en esas zonas. Y lo que perviven son, fundamentalmente, elementos de prestigio. Por eso no podemos teorizar a partir de unas pocas cosas que encontramos.

-¿Los trajes que visten la mayor parte de los grupos folclóricos asturianos se ajustan a la indumentaria popular o son una idealización?

-Los que todavía van con el traje prototipo de la Sección Femenina, que en el mundillo de la indumentaria les llamamos el traje de «rojilla», no se ajustan a la indumentaria tradicional asturiana; pero los grupos que, a raíz de los trabajos pioneros de Luis Argüelles, empezaron a trabajar en la recuperación de la indumentaria popular, sí se ajustan. Ahora bien, lo que hay es una reconstrucción, que no es una reinterpretación, de la indumentaria popular asturiana.