J. M.

Aunque con antecedentes en el XIX, la masonería renació en Gijón de la mano del ferrocarril a comienzos del siglo XX y pronto se hizo reformista, o melquiadista, en referencia al político gijonés Melquíades Álvarez. Al mismo tiempo, los masones de la Villa de Jovellanos y de la logia «Jovellanos», entre otras, se convirtieron en el núcleo asturiano de la institución iniciática y filantrópica nacida en Europa entre los siglos XVII y XVIII. Por ello, lo que había sido en el siglo XIX una masonería asturiana a la vez urbana y rural, y diversificada, se volvió netamente gijonesa. En síntesis, éstas son las grandes líneas sobre las que ayer disertó el escritor e investigador Víctor Guerra, que pronunció la conferencia «Masonería en Gijón, siglos XIX y XX» en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón. Guerra pertenece a la logia gijonesa «Rosario de Acuña» y lleva en internet el blog «Masonería Siglo XXI».

El coordinador del Club, Luis Miguel Piñera, presentó a Guerra como «máximo experto en la masonería asturiana», y con el «mérito añadido de investigar sobre algo que ha sido proscrito, oculto o misterioso, y con documentación difícil de localizar». Piñera anunció también la próxima conferencia del Club, lunes, día 28, sobre «El tardofranquismo contemplado a través del periódico "The New York Times" (1973-1975)», que será dictada por Misael Arturo López Zapico.

«En el XIX había un reparto rural y urbano de la masonería asturiana, con logias y talleres en Luarca, Navia, Bimenes, Trubia, Avilés, Belmonte, Gijón y Oviedo», explicó Víctor Guerra. No obstante, «será Oviedo el núcleo de todo el espectro masónico». Sin embargo, el cambio de siglo traerá modificaciones importantes que culminarán con el «establecimiento en Gijón de la sede de la Gran Logia Regional del Noroeste, que será el centro de las acciones y que producirá una imbricación entre reformismo y masonería». Ese marco, establecido en la segunda y tercera décadas del siglo XX, «va a cambiar muy poco, porque Alberto de Lera, que es el gran factótum del reformismo gijonés, no va a dejar que haya otras tendencias». Sin embargo, «las hubo, pero casi siempre fuera del circulo gijonés, y hay algunas tendencias que quieren implantarse, como la de Gervasio de La Riera, que se establecerá en Jove».

A comienzos del XX llegan a Gijón «personas foráneas para trabajar en los ferrocarriles y se juntan algunos que tienen títulos masónicos y constituyen un triángulo». En 1911 nace el Triángulo Amese y en 1913 la Logia Jovellanos número 337.

Antes, «la masonería había desaparecido y renacido sucesivamente en Asturias y Gijón», indicó Guerra. La primera logia gijonesa había sido la de Amigos de la Naturaleza y la Humanidad, de 1850, bajo los auspicios del Gran Oriente de Francia, que resultó «fallida porque a los tres años están todos en la cárcel». No será hasta la Gloriosa, la revolución republicana española de 1868, cuando vuelva a renacer la masonería asturiana, en 1871. «Se vinculará entonces al republicanismo, a las tendencias de Ruiz Zorrilla y Pi y Margall, y estará centralizada en Oviedo, con participación de los cátedros, como Fermín Canella o Sela».

Será una masonería «liberal burguesa y de clase media-alta, mientras que la de Gijón en el siglo siguiente será más interclasista». Cuando en 1922 «el Gran Oriente Español se federaliza en logias por regiones, la de Jovellanos de Gijón adquirirá el nombre de "número 1", la más importante de Asturias, León, Galicia y Cantabria», aseguró Víctor Guerra.