Historiador, ganó en la sección dedicada a Asturias

J. M. CEINOS

Sergio Sánchez Collantes (Gijón, 1979) es licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y está ultimando las conclusiones de su tesis doctoral, que versará sobre el republicanismo en Asturias en el siglo XIX. El jurado del XIII Premio de investigación y divulgación «Rosario de Acuña» le concedió el galardón correspondiente a la sección dedicada a Asturias por el trabajo titulado «El azote de la plebe. Quintas y consumos en Asturias», con una dotación económica de 3.000 euros. Autor de numerosos artículos, escribió el libro «Demócratas de antaño» y coordinó «La escarapela tricolor», sobre la historia del republicanismo en España, con tres compañeros de Oviedo. El subtítulo explicativo del trabajo de Sánchez Collantes es: «Un acercamiento desde la historia social a los dos principales tributos que soportaron y odiaron las clases populares durante el siglo XIX».

-El título de su trabajo es rotundo...

-Es un poco literario y luego lleva un subtítulo más académico. Pero, entrando en el objeto del estudio, considero que en el siglo XIX las dos principales preocupaciones que tuvieron en común las clases populares y las que unió a todos fueron esos dos impuestos.

-Pero las quintas pueden considerarse herederas de la Revolución Francesa y su concepto del «pueblo en armas», sin distinción de clases...

-Una idea progresista en España fue hacer el servicio militar obligatorio. Pero el problema que hubo en España durante mucho tiempo fue que existía lo que se llamaba la redención, que implicaba que quien pagara una determinada cantidad o bien pagara a un sustituto se podía librar de este deber patriótico.

-Clarín escribió un cuento sobre ello...

-Efectivamente, «El sustituto». El problema es que salvo la gente que por vocación, por tradición familiar o por lo que fuera se dedicó a la carrera de las armas, el grueso de la gente que iba al Ejército era debido a que no se podía pagar la redención. Además, en las clases populares los brazos varones en una familia contaban mucho en la economía familiar y, además, en el siglo XIX la mitad de los soldados que iban destinados a las colonias no volvía, moría no sólo por la guerra, también de enfermedades.

-¿Los consumos eran impuesto del Antiguo Régimen?

-En realidad, en el Antiguo Régimen ya se gravaba el consumo de determinados productos. Lo que hace el Estado liberal es uniformar la fiscalidad, puesto que en el Antiguo Régimen había una maraña administrativa. Los derechos de consumo, desde que Mon hace la reforma fiscal hacia mediados del XIX, durante buena parte del tiempo era el Estado quien recibía directamente el dinero, pero los beneficiarios principales eran los ayuntamientos. De hecho, cuando la Primera República intenta sustituirlos se plantea el problema de que no es algo que se pueda quitar de la noche a la mañana, ya que los ayuntamientos necesitaban esos ingresos. Claro, si se quería hacer un impuesto directo implicaba hacer una lista de los vecinos y de sus bienes, no era fácil, y de hecho la solución que se dio no fue satisfactoria.

-¿Los consumos los pagaba todo el mundo?

-Los consumos los pagaba todo el mundo. Todos los que entraban en las ciudades con productos tenían que pagar esos derechos, entonces quien comprara productos dentro de las ciudades estaba pagando ese impuesto indirecto. El problema es que la gente que tenía una buena posición económica no se veía tan afectada. En este sentido es como hoy en día, la subida de los impuestos indirectos afecta a las personas que tienen un menor poder adquisitivo.

-La historia no cambia...

-En cierto modo no.