Coautor del libro «El sueño republicano de Manuel Rico Avello (1886-1936)»

J. M. CEINOS

El gijonés Enrique Faes Díaz es uno de los tres investigadores que, bajo la coordinación de Juan Pan- Montojo, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, escribió la biografía de un asturiano olvidado por la historia: Manuel Rico Avello, que fue ministro de la Gobernación en 1933, alto comisario en Marruecos en 1934-35 y ministro de Hacienda con Portela Valladares en 1936 hasta las elecciones de febrero, que dieron el triunfo al Frente Popular. «Fue un republicano convicto, centrista y moderado», lo define Faes, quien firma «El sueño republicano de Manuel Rico Avello (1886-1936)» (editorial Biblioteca Nueva) junto al profesor Nigel Townson, especialista en la Segunda República y en concreto en el centrismo republicano; Geoffrey Jensen, experto estadounidense en historia del Marruecos colonizado por España, y Juan Pan-Montojo, coordinador de la obra.

-¿De quién surge la idea de hacer una biografía de este político asturiano que, en cierta forma, quedó olvidado en la historia?

-Bastante desconocido, es cierto. La idea surge a instancias de su propia familia, de un descendiente de Rico Avello que se llama Gabriel Barceló Rico-Avello. Contactó con un profesor de la Universidad Autónoma, Juan Pan-Montojo, y él fue el encargado de buscar un equipo que pudiera llevar adelante la idea.

-¿Qué parte es la que usted escribió?

-De la trayectoria asturiana, en la que también intervino una estudiante gijonesa, Sara Arias, que fue quien se ocupó de la parte documental. Es el primer capítulo, que arranca con el nacimiento de Manuel Rico Avello en 1886 hasta que consigue el acta de diputado nacional en 1931 y se marcha a Madrid. Este primer capítulo se basa, sobre todo, en el papel de Rico Avello como secretario y uno de los hombres más representativos y activos de la patronal minera asturiana. Por extensión, también trato sobre la importancia real que tuvo la industria hullera en Asturias...

-¿Quién era la familia de Manuel Rico Avello?

-Estaban arraigados en el concejo de Valdés. Sin ser grandes terratenientes, sus padres (José Rico García-Lañón y Dolores Avello Suárez) tenían una posición acomodada, puede que cimentada por algún ancestro enriquecido en México. Su suegro, artífice del teatro Amelia, era célebre por haber comprado el campo de la Atalaya de Luarca en desamortización para luego cedérselo al municipio. Y el cofundador de San Timoteo fue un cuñado de Rico Avello: Marcelino Rico Rivas. Manuel Rico Avello nació en Villanueva de Trevías y estudió el Bachillerato en Luarca, pero pronto se fue a Madrid, en 1901. Su padre tenía la ilusión o las pretensiones de que se especializara en ingeniería agrónoma, pero lo cierto es que en Madrid lo que hizo Manuel Rico Avello fue intentar buscarse la vida como periodista, aunque pronto volvió a Asturias, previo paso por una logia masónica, que fue un episodio en su vida más bien anecdótico, pero que es representativo de su inquietud ética por mejorar la sociedad.

-¿Se le puede catalogar, por la época, un regeneracionista?

-A su vuelta a Asturias estudió Derecho en Oviedo y fue discípulo de Aniceto Sela; la enseñanza que recibió fue principalmente krausista: duda por sistema, respeto a la disidencia y regeneración. Del progresismo y la efímera militancia en la masonería en 1904 pasó a abrazar el reformismo de Melquíades Álvarez. Fue diputado provincial electo bajo sus auspicios en 1921, hasta el golpe de Primo de Rivera (1923). Se sumó al regionalismo asturiano en defensa del carbón y emigró a Madrid al salir elegido diputado en 1931.

-¿Qué tipo de republicanismo abrazaba?

-Fue un republicano «rara avis». Estamos acostumbrados a identificar el republicanismo con la izquierda, en muchos casos con la izquierda radical, pero Manuel Rico Avello no fue así, fue un republicano de centro moderado y con unas preocupaciones democráticas firmes. En la introducción del libro, Juan Pan-Montojo lo llama «republicano liberal y gradualista», ya que, por un lado, discrepaba de las soluciones que planteaba la izquierda republicana y, por otro, en absoluto encarnaba ese republicanismo conservador y con la etiqueta de corrupción y debilidad, incapaz de hacer frente a los problemas y a las tensiones sociales que trajeron consigo los años de la Segunda República. En definitiva, es un planteamiento intermedio y por ello Pan-Montojo lo llama un habitante de una de las muchísimas zonas grises de la historia, que, muchas veces, casi por definición, pasan inadvertidas y no resultan tan espectaculares como otras parcelas de la historia, pero sí que, por lo menos a mí, me parecen sumamente reveladoras.

-¿Podríamos situar entonces a Manuel Rico Avello dentro del grupo que algunos autores han dado en llamar la «tercera España», si es que está usted de acuerdo con ese término?

-Es que hay tantas...

-Me refiero a que no se le puede encuadrar ni en la izquierda revolucionaria ni en la derecha más próxima al fascismo...

-En ese concepto, por exclusión, entraría, desde luego. Hay un hecho muy significativo: Manuel Rico Avello fue fusilado sumariamente por milicianos, que no se sabe muy bien si eran libertarios o de qué otra filiación, en agosto de 1936, en una de las «sacas» irregulares que se hicieron en la cárcel Modelo de Madrid (lo fusilaron en la pradera de San Isidro) y, sin embargo, el propio régimen franquista, años después, le abrió un juicio por masón o, mejor dicho, incluyó la causa de Manuel Rico Avello en una investigación o juicio colectivo sobre la masonería en España. No resultaba una figura agradable para ninguno de los dos polos de los que me está usted hablando. Con lo cual, estoy llamado a pensar que una figura como la de él es bastante representativa de lo que debió de ser una especie de ciudadano medio. Lo que me resulta curioso de Manuel Rico Avello es la dificultad para etiquetarlo.

-¿Y lo más interesante?

-Me llamó la atención la prevalencia de la historia desde el lado de los sindicatos, del lado obrerista; la prevalencia de la historiografía que hay desde ese lado y la ausencia casi absoluta de trabajos que abordaran esa historia del primer tercio del siglo XX desde el lado de la patronal. Creo que la historia fue como fue debido a que esas dos partes interactuaron y a veces da la sensación de que fue únicamente el sindicalismo, y concretamente el SOMA, el que puso los cimientos de lo que resultó ser poco menos que la Asturias actual, y no fue así para nada, la patronal puso también su parte.

Enrique Faes (Gijón, 1975) es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense (1998), doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la UNED (2006, Premio Extraordinario de Doctorado) y técnico superior en gestión y organización de empresas agropecuarias (IFPE Movera, Zaragoza, 2007). Además de varios volúmenes de narrativa en asturiano, ha publicado recientemente una biografía de Claudio López Bru, segundo marqués de Comillas (Marcial Pons, Madrid, 2009). Compagina la investigación histórica con su trabajo como bombero forestal en la brigada helitransportada de Bustarviejo (Comunidad de Madrid).