M. CASTRO

«La alta tasa de reutilización de las botellas de vidrio y el uso de la magaya como alimento animal en sustitución de piensos hacen que la sidra asturiana tenga menor impacto en el medio ambiente que otras bebidas, como el vino». La reflexión la hizo ayer María José Pérez Gay, de la consultora Protecma, que elaboró junto a Prodintec un estudio para mejorar la sostenibilidad ambiental de seis llagares asturianos, un proyecto impulsado por la Cámara de Comercio de Gijón con el apoyo de Cajastur, denominado «Llagares sostenibles».

Éstos son los impactos positivos en el medio ambiente de la elaboración de sidra asturiana, al evitar las emisiones contaminantes de la fabricación de piensos y de botellas de vidrio. En la parte negativa, las emisiones contaminantes que provoca el transporte de las manzanas para producir sidra desde Eslovaquia y fundamentalmente desde Francia.

En un año bueno de cosecha, el 90% de la manzana procede de Asturias. Pero en uno malo, puede llegar a importarse hasta un 70%. Los consultores animaron ayer a los lagareros a buscar manzana más cerca y si no es posible a importarla por barco, aprovechando la Autopista del Mar, con lo que se reducen en una décima parte las emisiones contaminantes.

Los lagareros ya utilizaron la autopista del mar para importar la mayor parte de la manzana francesa en la pasada temporada y están convencidos de la bondad de esa opción de transporte, sobre todo porque les está siendo más rentable. Cuestión distinta es traer manzana de más cerca. Aparte de algunas plantaciones en Galicia a las que ya compran, en ningún otro punto de España se produce manzana apropiada para la elaboración de sidra. Apuestan porque los productores planten más pomaradas para evitar esa situación.