El 200º aniversario de la muerte de Jovellanos que actualmente se conmemora está poniendo al descubierto un paisaje diferente. Digamos que el soplo de la efeméride ha despejado telarañas y hoy podemos contemplar un auténtico bosque de jovellanistas. Y no es oportunismo, sino al contrario, falta de oportunidad. Es el caso de Etelvino González López, un maestro en el tema cuyos conocimientos quizá no hubieran sobresalido de su habitual discreción, si el cúmulo de celebraciones no le empujaran a sumarse ellas. De este modo acaba de publicar un libro, «Jovellanos y Villaviciosa» que incide sobre la larga relación de Jovino con la villa maliaya.

-Por favor, defínase.

-Soy un asturiano apasionado; el vivir tantos años fuera de Asturias me hizo redescubrir Asturias con todas sus virtudes. Nací en Amandi, en octubre de 1937; soy un Libra puro. He cultivado el bable hasta el punto de traducir el Evangelio de San Juan y participar en la trascripción de todo el Nuevo Testamento. Para mí el trabajo no es una penalidad, sino una forma de existir. En la actualidad me dedico a escribir e investigar, y disfruto haciéndolo.

-¿Dónde vive?

-En Villaviciosa, en la plaza del Ayuntamiento, pero Gijón está en mis itinerarios más frecuentes y gratos. Desde la Villa contemplo muchas veces la luz de Gijón proyectada en el cielo. Gijón es para Villaviciosa una referencia inevitable.

-¿De pequeño qué quería ser?

-Misionero, como Fray Melchor, el santo dominico. Yo he sido dominico, pero mi misión no pasó de un suburbio de Madrid, Caño Roto, donde viví varios años en una chabola. Hoy mantengo una magnífica relación con la orden.

-¿En qué momento ha sido más feliz?

-En varios, por ejemplo en las fechas del nacimiento de mis dos hijos. A lo largo de la vida siempre hay muchas cosas buenas, y creo que soy un hombre de suerte.

-¿Tiene alguna frustración?

-Muchas. Éstas se deben a que al ser muy imaginativo, se crean sueños que no se cumplen, aunque nunca me han dejado amargura.

-¿Quiénes son sus héroes?

-Personajes muy distintos, como Trotski, San Juan de la Cruz, Edith Stein, o Georges Bernanos. Éste, Bernanos, ha siso muy importante en mi configuración espiritual; le debo mucho. Y Jovellanos, sin duda sobrepasa las medidas; todo lo que toca lo ilumina y guía.

-El libro que usted acaba de editar, «Jovellanos y Villaviciosa», ¿qué aporta a las celebraciones del 200º aniversario?

-Datos biográficos, incluso algunos inéditos, y otros poco conocidos que ponen de relieve la condición de peonés de Jovellanos; su padre era de Peón, concejo de Villaviciosa, y se conserva su casa en magnificas condiciones. También se explican las amistades que mantenía con las elites locales, sobre todo con los Caveda, Hevia, Posada... Y con los frailes franciscanos de la Villa, y los cistercienses de Valdediós. En la primera lista de 60 alumnos matriculados en el Instituto Jovellanos en 1794, hay tres chicos de Villaviciosa, Francisco Morís, Joaquín María Montés y Juan Francisco Hevia.

-¿Podría explicar la etimología de Villaviciosa? Es un nombre que se presta a confusión...

-Está muy claro, incluso lo comento en este libro. Viene del latín «vitiosus», que significa cargado de vides, y va derivando en terreno de mucha fertilidad. Cuando se dice, «esti prau ye muy viciosu», quiere decir que es muy fértil.

-¿Quién ha sido su maestro?

-Han variado, aunque en los últimos años descubrí a un personaje, José Gafo, dominico de Lena, que a su vez fue diputado por Navarra durante la II República, y fundador de los sindicatos libres. Era un hombre de la Democracia Cristiana muy próximo al socialismo. Encontré en él a un verdadero maestro formador de mis formadores. En la actualidad está beatificado. Murió mártir en la Guerra Civil. Lo genial de él es su actitud de apertura al mundo, su modo de enfrentar los problemas de los más necesitados, y la valentía de sus soluciones.

-¿Y su político?

-Indalecio Prieto por su lucidez; en 1946 diseñó la transición española de 1977. Y Alfredo Mendizábal, un catedrático de Derecho Natural de la Universidad de Oviedo, profundamente católico y republicano. La Revolución de 1934 le sorprendió en la calle Fruela donde le hicieron prisionero. Más tarde, al producirse el levantamiento del 18 de julio de 1936 estaba en París, donde promovió los comités para la paz civil en España.

-¿Con qué se emociona?

-Contemplando una puesta de sol en Rodiles, también con la música de Hydn, la poesía de San Juan de la Cruz, o el canto de «Asturias patria querida».

-¿Y qué no puede soportar?

-La mentira. Y sobre todo la que lleva deslealtad; ésta me hace sufrir.

-¿Tiene algún tesoro material?

-Sí, mis libros. Pero ya eran tantos, varios miles, que he tenido que repartirlos con mis hijos.

-¿Qué facultad añadiría a su persona?

-Ser un buen organista. Me encanta la música que emite el órgano, creo que en él se reúnen todos los instrumentos.

-¿Qué ha cambiado la crisis en sus costumbres?

-Nada, soy un jubilado. Pero sí me condiciona la atención, la preocupación por las personas de los sectores más afectados, y por el futuro de todos nosotros, en especial el de la juventud. Creo que más grave que la crisis económica o social, es la que afecta al pensamiento y orientación de los pueblos.

-Dígame, ¿qué es «Cubera»?

-La Asociación de Amigos del Paisaje de Villaviciosa. Somos unas 500 personas que hemos hecho del medio ambiente, de la cultura, de la historia del arte local, y del paisaje, una causa. Nos han otorgado muchos galardones, y hace 20 años conseguimos que a Villaviciosa la distinguieran con el Premio de Pueblo ejemplar de Asturias.