Doctora en Biología, trabaja en el yacimiento de Atapuerca y es conservadora de restos fósiles de homínidos

Luján PALACIOS

Ana Gracia Téllez (México, 1963) es doctora en Biología por la Universidad Complutense de Madrid y lleva vinculada a las excavaciones e investigaciones de la sierra de Atapuerca (Burgos), especialmente en el yacimiento de la Sima de los Huesos, desde 1986. Trabaja en el equipo que dirige el profesor Juan Luis Arsuaga, dentro del área de paleoantropología, y su investigación se dirige a las patologías que presentan los homínidos. Es autora de numerosos artículos en las más prestigiosas revistas del campo de la evolución humana y además es investigadora «Ramón y Cajal» en la Universidad de Alcalá de Henares, así como conservadora de los restos fósiles de homínidos y de animales que se custodian en el Centro UCM-ISCIII de Evolución y Comportamiento Humanos. Ayer ofreció una charla dentro de las VII Jornadas «Jovellanos» de divulgación científica, organizadas por el Real Instituto de Jovellanos.

-¿Con qué descubrimiento de Atapuerca se queda?

-Atapuerca no hace más que superarse a sí misma. En un momento dado fue el descubrimiento de al menos 28 individuos de la especie «Homo heidelbergensis», después fue el descubrimiento de que el poblamiento del continente europeo había sido mucho anterior a lo que se pensaba, con el descubrimiento del «Homo antecessor» en el yacimiento de Gran Dolina, que se convirtió en el fósil estrella, porque era la primera especie europea. Años después se descubrió otra especie aún más antigua, de 1,2 millones de años, en otro yacimiento, en Elefante, con lo que se constata la presencia humana fuera de los continentes asiático y africano en estas fechas, así que es realmente impredecible lo que nos depara. Una de las grandes motivaciones de trabajar en Atapuerca es que puede dar muchas sorpresas.

-¿Esperan alguna en particular?

-De la especie de 1,2 millones de años de antigüedad sólo tenemos una mandíbula y una falange, y las probabilidades de que aparezca todo el esqueleto son bastante altas. Eso sí que sería espectacular, porque no sabemos nada de cómo era la anatomía de aquellos homínidos.

-¿La crisis lastra las excavaciones?

-Una de las grandes ventajas que tenemos es que la financiación es bastante sólida a pesar de la crisis, en el sentido de que se puede abordar el mes y medio de las campañas anuales de excavaciones con muchísima gente. Estamos trabajando en cada campaña de campo unas 150 personas, y eso se sustenta sobre todo en que ninguno de los que estamos allí cobramos. El problema es que las excavaciones se plantean en función de lo que vamos a estudiar durante el invierno; nunca se debe rescatar más material del que se puede procesar, y ése es el punto flaco. La crisis afectará al desarrollo de las investigaciones.

-¿Ustedes utilizan métodos de «CSI»?

-El éxito de las series de televisión está en que utilizan un lenguaje que resume el método científico. Nosotros utilizamos la misma metodología, y nosotros también hemos llegado a la escena del crimen, porque al destapar cada una de las capas accedemos a como estaban los individuos en el momento de su muerte, a la propia historia de por qué murieron y qué circunstancias rodeaban los enterramientos.

-¿Qué sienten cuando descubren nuevos restos?

-Uff, es muy emocionante. Tienen el componente lúdico del niño que llevamos dentro, y a eso se añade que has hecho preguntas previas que quieres contestar. Cada descubrimiento es una emoción muy fuerte, por el hecho de que ha salido a la luz, y tú eres el primero que lo ve.

-¿Les cogen cariño?

-Mucho, los humanizamos sin querer. Yo me he especializado en la paleopatología, y estudié el caso concreto de «Benjamina», un ejemplar joven y enfermo que fue apasionante: ir descubriendo que la malformación del cráneo que tiene es cierta, que increíblemente presenta una patología que hoy en día sólo se da un caso cada 200.000 nacimientos, y que se encuentra ya en Atapuerca hace medio millón de años, con las implicaciones que tiene de comportamiento: su grupo cuidó de ella.

-¿Son tan diferentes a nosotros estos homínidos?

-Ésa es la pregunta que nos hacemos, cada vez la delgada línea entre qué es lo que nos hace humanos en el sentido de «Homo sapiens» es más difícil de encontrar, porque hallamos comportamientos que así lo reflejan, como en el caso de «Benjamina». No tenemos la máquina del tiempo y no podemos saberlo con seguridad, pero en este caso parece que hubo un comportamiento altruista que no existe en el resto del mundo animal. La cuidaban porque la querían, porque querían que tuviera una oportunidad a pesar de que no iba a llegar a la edad reproductora con éxito.

-¿Qué enfermedades tenían estos individuos?

-Nosotros vemos las que han dejado evidencias en el hueso, porque las más dramáticas o de muerte más súbita como las infecciosas no dejan lesiones en el esqueleto. De las que tenemos evidencia, ninguna es gravísima: no hemos encontrado sífilis o peste. Sí hemos encontrado traumatismos, pequeños golpes que han recibido a lo largo de su vida y que se les han curado con mayor o menor importancia, así como artitritis temporomandibulares en individuos jóvenes.

-¿Cómo llegan a saber qué es lo que tenían?

-Siempre utilizamos un procedimiento actualista: sabemos que los procesos inflamatorios son iguales en todos los vertebrados y, a partir de ahí, vamos buscando otros signos patológicos que te vayan ayudando a «acorralar» la enfermedad. Intentamos ver «qué te pasaba, cuéntanos». Es el trabajo más bonito y divertido, ser investigador es un lujo, tenemos mucha suerte, porque somos como niños eternos, siempre preguntando.

-¿Cómo valora los hallazgos de El Sidrón?

-Para el período de los neandertales es el equivalente a Atapuerca por la cantidad de restos de homínidos y su estado de conservación, de partes del esqueleto que están muy poco representadas en el registro mundial. Va a ser, junto con otra colección de Irak, la más importante sin duda, porque además hay individuos de distintas edades, de ambos sexos, y eso para un biólogo o un paleontólogo es el súmmum, supone poder caracterizar la especie. Es fundamental.

-Atapuerca ha marcado un antes y un después.

-Los hallazgos han sido muy importantes, pero en este caso además casi tan importante ha sido investigar como divulgar con rigor. Hemos conseguido transmitir la información para que todo el mundo pueda seguirla.