C. JIMÉNEZ

Identificar ideas innovadoras entre los proyectos fin de carrera que se presentan en la Universidad, convocar una olimpiada informática e incorporar a la formación universitaria un «MIR» informático a imagen de la profesión sanitaria. Son sólo tres de las propuestas que emanan del plan de impulso TIC promovido por los colegios de ingenieros técnicos en informática e ingenieros en Informática del Principado con el ánimo de difundir esta disciplina entre los jóvenes y convertirla en un nuevo modelo de generación de riqueza. Su asignatura pendiente pasa por generar la confianza necesaria al resto de entidades y empresas de la región para convertirse en un sector pujante. «Acabamos de llegar, apenas se nos conoce, y venimos con el lastre de la no muy buena imagen que tienen los colegios profesionales en la industria», subraya Óscar Castro, decano del Colegio de Ingenieros Técnicos en Informática.

«Nuestra juventud, las nuevas ideas y ganas de emprender nuevos proyectos van consiguiendo que se nos vea como lo que somos, organizaciones de ayuda en nuestro sector, y creo que con la convocatoria de la Semana de impulso TIC, hemos dejado constancia de ello», explica Castro; pero, por el camino, también se han encontrado algunas carencias. Por ello, además de difundir la disciplina informática entre los jóvenes a través de la convocatoria de la primera olimpiada informática y la creación de los premios «iTIC», los colegios profesionales prevén hacer más visible la realidad de su sector a través de diferentes acciones en el ámbito universitario. Una de sus propuestas, explica Óscar Castro, pasa por crear un «MIR» para la ingeniería informática. «El modelo sanitario es un modelo que funciona y que nadie ha querido cambiar, ni siquiera a nivel europeo, por lo que creemos necesario su aplicación en otros ámbitos profesionales como el nuestro», subraya el decano.

Se trataría de utilizar la que en estos momentos es la mayor empresa TIC de Asturias, la Administración, para que los alumnos de las ingenierías en Informática aprendan a poner en práctica sus conocimientos. «Esta idea se puede y debe extender a las empresas», añade Castro. Muy vinculada a ella se sitúa la propuesta de crear una bolsa de proyectos fin de carrera con el ánimo de fomentar e identificar en el ámbito académico ideas emprendedoras. Se pretende, así, dar a esos proyectos el impulso necesario para que se puedan generar nuevas empresas tecnológicas. Los colegios de ingenieros informáticos, en colaboración con la Universidad, serían los encargados de la gestión. ¿El objetivo? Enfocar la iniciativa de los alumnos a las necesidades de las empresas de la región o que el colegio profesional correspondiente, a través de sus colegiados, pueda dirigir o codirigir dichos proyectos. La intención es que ese trabajo que se realiza en la recta final de la formación académica pueda tener continuidad práctica en el mundo laboral, poniendo en contacto empresas y titulados, o también que se puedan proponer o fomentar otro tipo de proyectos entre profesionales y empresas interesadas. «Y, sobre todo, captar perfiles emprendedores desde el mismo desarrollo de los proyectos, que puedan dar continuidad a la creación de empresas tecnológicas», concluye Castro.