Pablo Pardo es corresponsal del diario «El Mundo» en Washington desde 2003. Figura reconocida por sus aportaciones en los blogs «Desde EE UU», sobre política y sociedad de EE UU, y «¡No doy crédito!», sobre economía, Pardo fue colaborador de BBC Radio, Weekly Standard, Miami Herald y Fos News. Como periodista ha podido entrevistar a los directores gerentes del FMI, Dominique Strauss-Kahn, Rodrigo Rato y Michel Camdessus. También ha realizado la cobertura de las campañas presidenciales de 2004 y 2008 y de las elecciones al Congreso de 2004, 2006 y 2008. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, Master of Arts por la Universidad Johns Hopkins y ha cursado estudios especializados en Periodismo económico en la Universidad de Columbia y en el IESE. Esta tarde (20.00 horas) presenta en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón su libro «El monstruo», un tratado acerca de la ineficacia de la tortura en un mundo regido por la vara de medir estadounidense.

-¿Cómo conoció a Damien Corsetti, el soldado cuyo crudo relato sobre las torturas del Ejército estadounidense en Afganistán e Irak dio pie a su libro?

-Fue a principios de diciembre de 2007 en el estreno del documental «Taxi to the dark side» (Taxi hacia el lado oscuro) en Washington, que después ganó el «Oscar» en 2008. Corsetti aparece en el documental. Después del visionado hubo una mesa redonda en la que él participó y le pedí una entrevista para «El Mundo», pero cuando hablé con él llegué a la conclusión de que aquello daba para más que una entrevista y le propuse hacer el libro. Al final acabé siendo casi como amigo suyo, hasta tal punto que acabé cenando en casa de sus padres la Navidad de 2008.

-¿Cómo se desarrollaron esas conversaciones?

-Él decía que un periodista es como un interrogador. Tienes que crear un clima de confianza para que te cuente cosas pero sin llegar a la privación del sueño, torturar u otros métodos. Él sabía hasta dónde contar. Yo le hacía preguntas y él me iba contestando a todo. No tenía una educación formal, había estudiado hasta Bachillerato, pero sí demostró ser muy inteligente por sus respuestas.

-¿Qué fue lo que más le sorprendió de todo lo que le contó?

-La chapuza inmensa que era todo aquello. Cuando te hablan de cárceles e interrogatorios secretos te esperas otra cosa. Aquella no era más que una chapuza improvisada sobre la marcha con palizas sin ningún tipo de control o supervisión por parte de los superiores.

-En la presentación del libro hacía alusión a «lo cutre que fue la guerra que nos vendieron como glamurosa». ¿Mantiene ese criterio?

-Sí. Tenían a soldados que no eran interrogadores como interrogadores y en la invasión de Irak, que se veía como algo espectacular, te narraba casos de soldados que pasaron tres meses sin ducharse. Había también gente muy joven que rompía la disciplina más de lo que parece, otros soldados llorando... Era todo una chapuza.

-¿Ha cambiado la situación con el presidente Obama?

-Ha cambiado poco. Oficialmente Estados Unidos no tortura ni tiene cárceles secretas, pero en la práctica es mucho más ambiguo. En una operación desarrollada en Somalia a principios de 2011 arrestaron a un miembro de una rama de Al Qaeda y lo llevaron a un barco en medio del Índico, donde fue interrogado durante dos o tres semana sin abogado. Después llegaría su abogado, pero probablemente en la época de Bush lo hubieran tenido para siempre allí. El asesinato de ciudadanos ha sido muy controvertido y está claro que ha habido una cierta mejoría, pero el concepto de justicia de Estados Unidos es muy distinto al que se aplica en Europa.

-¿Y cómo se ve la situación económica que atraviesa Europa desde Washington?

-Con bastante pánico porque Europa está haciendo una exhibición de inacción. Los BRICS (Brasil, Rusia, India y China) han puesto condiciones al Fondo Monetario Internacional para ayudar a Europa. Y los republicanos atribuyen los problemas económicos de los europeos al Estado de bienestar y a un gasto público desaforado. La verdad es que hay mucha preocupación si toda la zona euro se colapsa porque EE UU se vería muy afectado. Sería lo peor que nos ha pasado desde el 29.

-¿Se ve muchos años en Washington?

-Quizás en algún momento me plantee volver. De momento, no. Ser corresponsal es algo muy diferente a la vida en una redacción. Funcionas mucho por tu cuenta y Estados Unidos siempre resulta muy fascinante y emocionante.