Pablo TUÑÓN

San Blas gana tirón en Jove. Año tras año se tienen que hacer más rosquillas, una de las tradiciones más conocidas de esta festividad. Este viernes se venderán a las puertas de la iglesia de la Santa Cruz un total de 750 kilos de este dulce, 150 más que el año pasado. Allí tendrá lugar la misa solemne a las 12.00 horas y, por la tarde, la bendición de los niños. La fiesta contará con la participación del colectivo de laringectomizados, cuyo santo protector es San Blas, al que portarán durante la procesión después del oficio religioso del mediodía.

Cuando José Manuel Álvarez, párroco de la Santa Cruz de Jove, llegó a la parroquia hace 17 años se encontró con esta devoción. «Había devoción por la fiesta, pero va aumentando poco a poco. Cada año hay que encargar más rosquillas y es una locura», explica. El dulce se venderá a un euro el paquete de seis unidades. La recaudación se utilizará para arreglos y mejoras en el templo. Al término de la misa, se podrá besar también la reliquia de San Blas que alberga la parroquia.

Por la tarde, llegará la cita preferida del párroco. «Para mí es lo mejor. Una misa a las 18.30 horas con bendición de los niños. Vienen padres y abuelos con los críos», proclama Álvarez, que reconoce no saber demasiado de la reliquia en sí. «No tengo ni idea de cómo terminó la reliquia aquí. Me encontré con esta devoción y simplemente tiré por ello», asegura.

Ciertamente, la fiesta ha crecido en estos últimos tiempos, como pueden constatar las 30 vecinas de Jove y La Calzada que están trabajando desde el lunes para empaquetar las rosquillas. «Antiguamente, el ama de llaves del cura las hacía. Como Jove era pequeño, daba un par de bolsas a cada familia. Pero cada año se hacen más y tenemos que encargarlas», explica Lena Mari Álvarez, vecina de Jove de 69 años. Ella vivió la fiesta desde que tiene uso de razón y asegura que el año pasado se «mandaron rosquillas a Alemania y una pareja de Francia vino a por ellas». Asimismo, afirma que a la misa asisten personas «de Mieres, La Felguera, Avilés o Sotrondio: gente con fe en San Blas». Como ella y muchos de los lugareños.