Luján PALACIOS

Están «decepcionados». Los responsables del Albergue Covadonga llevaban mucho tiempo esperando la resolución de su futuro, y ahora, cuando acaban de conocer que, finalmente, no pasarán a formar parte del equipamiento sociosanitario de El Natahoyo, no pueden ocultar su desilusión. Sobre todo, cuando «a día de hoy aún estamos esperando una explicación oficial por parte del Ayuntamiento; siempre que nos hemos reunido con algún responsable municipal ha sido por iniciativa nuestra, y creemos que se nos debe una explicación para saber en qué medida el gobierno local coincide con los vecinos que se han opuesto al traslado», indicaba ayer Álvaro Díaz, presidente del patronato del Albergue.

Aunque aseguran que la resolución «no nos coge por sorpresa», los responsables de este establecimiento que da techo a las personas sin hogar en Gijón habían mantenido hasta el último momento la esperanza de que «el coste de reformar las instalaciones actuales hiciera reconsiderar al equipo de gobierno su decisión, cuando hay un edificio sin estrenar que cumple con todo lo que el Albergue necesita».

Y es que, como recalcan la directora, la hermana Angelita Diez, y la secretaria, Dolores López, «el edificio de El Natahoyo se hizo expresamente para nosotros, con todas las peticiones que formulamos para cubrir nuestras necesidades, con la distribución de espacios que nosotros pedimos». Con la decisión del Ayuntamiento entienden que «se da la razón a quienes en estos años han sostenido que nuestros usuarios puedan resultar un peligro para los vecinos, especialmente para los menores», algo que «no podemos aceptar», subraya Álvaro Díaz, porque «ni la justicia ni los 24 años de historia del Albergue avalan ese supuesto peligro; quienes crean inseguridad, se pelean y originan conflictos en nuestras calles no son las personas sin hogar, y los conflictos no suceden precisamente en los alrededores de nuestra instalación», asegura.

Para Díaz, la tarea fundamental del Albergue debe de ser, más allá de ofrecer comida y alojamiento a personas sin hogar, «favorecer su reinserción social», para lo que se requiere «la cooperación de toda la sociedad a través de una solidaridad efectiva que pasa por respetar la dignidad de estas personas y evitar su exclusión, y los poderes públicos han de dar el primer ejemplo». «No nos sirve de nada que se elogie nuestra labor si después se margina a las personas con quienes trabajamos», remata el presidente.

Con las obras comprometidas por el Ayuntamiento, que incluyen en su primera fase una mejora del sistema de calefacción y del alicatado, «no se cubren nuestras necesidades, que son muchas», advierte Angelita Diez. La hermana señala que «no hay agua caliente para todos los que se quieran duchar, los baños de los guardas se comparten con los usuarios y dentro de poco tendremos que gastar bastante dinero en comprar hornos, freidoras y cocinas, porque hemos ido tirando con la idea de estrenar el edificio de El Natahoyo, y la verdad es que están bastante gastados de muchos años de uso». A ello se suman las humedades en la zona en que viven las hermanas, y el hecho de que su capacidad está más que cubierta.

En la actualidad, el albergue cuenta con un total de 54 plazas: 35 camas para hombres, 15 para mujeres y 4 camas de emergencia para quienes llegan por la noche o en situaciones de especial necesidad. Los datos de la memoria del año pasado, que el patronato presentará en pocas semanas, revelan que la ocupación de las camas para hombres superó el 90 por ciento. Las plazas para mujeres no tienen un nivel tan alto de demanda, pero la distribución actual del edificio impide que se pueda pasar a los hombres a la zona femenina.

Tal y como apunta Angelita Diez, «el edificio tiene 15 años, pero está mal hecho desde el principio». La directora del Albergue señala que, por ejemplo, el montacargas no tiene capacidad, y «nos vemos obligados a trasladar los bultos por las escaleras». No se puede ampliar el ascensor porque, sencillamente, «no tenemos espacio».

Como tampoco hay sitio para ampliar el servicio que prestan en un momento, en invierno y en plena crisis, en que la demanda de camas no ha hecho más que crecer. «Aquí al lado, en una nave industrial, están durmiendo cada día unas quince personas, porque no tenemos espacio para todos», se lamenta la hermana. Con el edificio de El Natahoyo estaba previsto un incremento en el número de plazas.

El presidente del patronato del Albergue, Álvaro Díaz, sostiene además que las soluciones que se proponían para evitar una «concentración de servicios» en el nuevo edificio «fueron rechazadas por el Ayuntamiento». En este sentido, Díaz desveló que Proyecto Hombre les había ofrecido renunciar a su espacio en El Natahoyo, para que el Albergue sí pasara al nuevo equipamiento «sin generar tanta alarma, pero probablemente nuestros usuarios molestan más que los de Proyecto Hombre», denuncia Díaz.

Por todo ello, los responsables del Albergue aseguran que «los perdedores serán, una vez más, las personas sin hogar», aunque ellos se comprometen a seguir el lema de «acoger, cuidar y confortar».