Conversar con Juan Ramón Pérez Las Clotas era un lujo. La amabilidad, la sapiencia y esa manera de tratar a «los jóvenes como tú» podían ser otros de sus apellidos. Muchos periodistas, muchas periodistas, podrán relatar infinidad de vivencias con quien fue un maestro para varias generaciones. Y lo harán mejor que yo. Pero verlo hasta hace pocos años en la redacción gijonesa de LA NUEVA ESPAÑA, todas las mañanas, tecleando en su máquina de escribir (nada de ordenador), era un oasis entre tanta avanzada tecnología y tantas prisas. Entre tecleo y tecleo era un placer su conversación en impagables momentos que nunca olvidaré. Y es que Juan Ramón firmó, como Fruela, durante muchos años la Hemeroteca de LA NUEVA ESPAÑA que se publica diariamente con las noticias de Oviedo de hace 25 y 50 años. Con una redacción, con un conocimiento de la historia de la capital y con un manejo del castellano que estaban a años luz de la versión gijonesa de esa Hemeroteca.

Yo mismo, en vida de Juan Ramón, propuse que una calle de Gijón llevase su nombre. Creo que esas distinciones, en algunos casos como el que nos ocupa, deberían concederse en vida del homenajeado, pero reitero ahora la propuesta a título póstumo. La generosidad que tuvo, en octubre de 2009, al ceder su valiosa biblioteca personal al campus universitario de Gijón es sólo uno de sus méritos. Basta para admirarlo con releer sus «Memorias», que, redactadas por Javier Morán, fueron publicadas en agosto de 2010.

Un detalle de mis últimas conversaciones con el periodista, con el inventor del término Costa Verde para fomentar el turismo en Asturias. Me habló de su oposición, en el año 1968, a un loco plan urbanístico que el entonces alcalde de Gijón quería acometer. Era éste el ganar terreno al mar y convertir las dársenas del Fomento y Fomentín en un nuevo Gijón con pisos de variada altura. Efectivamente, en el diario «Voluntad» del 29 de agosto de 1968 vemos una carta de Juan Ramón oponiéndose radicalmente a esa barbaridad. Él y otros como él lograron detener aquella iniciativa que ya había sido debatida por la Corporación. En el texto aprovechaba también para denunciar lo que no se había podido cancelar unos años antes: «La miopía de quienes, robando muchos metros al mar y a las arenas, levantaron el actual Muro de la playa». No era fácil escribir eso en el año 1968.

Mi amistad con Juan Ramón Pérez Las Clotas se remonta a apenas hace quince años. ¡Qué suerte tienen quienes pudieron aprender de su maestría durante más tiempo! Déjenme que me compare a él en una cosa. Juan Ramón había nacido el 25 de octubre de 1923, y yo también nací un 25 de octubre, pero cuando él ya había escrito miles de folios, con su Olivetti, claro. Y ya era lo que siempre fue: un maestro de periodistas.