L. P.

Amador Sierra nació en los Oscos, pero pronto emigró a Cuba, donde conoció de cerca el mundo de la camisería. Cuando regresó a Asturias, tuvo claro cuál sería su negocio. Corría el año 1956 cuando fundó su fábrica en la avenida de la Costa, un negocio que fue creciendo hasta trasladarse, en el 2002, al polígono de Somonte.

Hoy en día dirige la compañía la tercera generación. «La segunda desarrolló el negocio, y ahora estamos consolidándolo y ampliándolo», explica el nieto del fundador, que se congratula de los buenos resultados de una empresa que «nunca ha perdido la esencia familiar del negocio». Actualmente, cuentan con un total de 2.200 clientes, con doce delegaciones comerciales y mercado en toda España, Portugal, Francia, Canadá y Centroamérica.

Alrededor del 70 por ciento de las ventas de Obrerol se produce en el ámbito de los productos de gama media-alta, «aunque también tenemos los básicos de siempre». Pero el futuro pasa por la investigación y la innovación, algo que Amador Sierra tiene muy claro. «El reto es epecializarnos, ofrecer productos muy técnicos; de ese modo hemos llegado a ser punteros», asegura el director.

La clave para conseguir estos objetivos es «rodearnos de gente competitiva con valores de empresa, gente que quiera trabajar con nosotros de manera profesional, no especulativa, de manera que la relación se afiance», indica Sierra. Y todo ello, sin perder las raíces de un proyecto que nació siendo familiar y que sigue en esa estela.

Como muestra, las máquinas de coser Singer adquiridas por el fundador, que lucen en el taller junto con la tecnología más moderna. O la primera mesa de corte, elaborada de manera artesanal por el pionero de la saga, que «sigue funcionando y se utiliza para labores concretas». Avanzando hacia el futuro sin perder de vista el pasado.