C. JIMÉNEZ

El Hospital de Cabueñes ha comenzado a aplicar una novedosa técnica de microcirugía para reconstruir defectos oncológicos y traumáticos en el área de la cabeza y el cuello. Hasta el momento se ha realizado en cuatro casos, todos ellos con éxito. Desde hace aproximadamente un año, el equipo de cirugía maxilofacial, dirigido por Nicolás Calvo e integrado por Pablo Rosado y Lorena Gallego, ha puesto en marcha este tipo de intervenciones de alta complejidad en el centro cabecera del área V. «Es el único método de reconstrucción de grandes defectos y ofrece mejores resultados funcionales y estéticos», explica el jefe del servicio, quien agrega, además, que evita derivar a los pacientes a otros centros hospitalarios, pudiendo completar todo el seguimiento desde Cabueñes.

Con esta nueva técnica, el servicio de cirugía maxilofacial realiza autotrasplantes microvascularizados que se obtienen de zonas distantes del cuerpo del propio paciente -del antebrazo o el peroné, por ejemplo- y que conllevan de esta forma el menor perjuicio estético y funcional posible para la persona. Estos trasplantes se conocen también como «colgajos libres» y obligan a los cirujanos a realizar microsuturas entre los vasos sanguíneos que nutren el injerto y los de la zona receptora.

«Son casos, en su mayoría, muy malos ya que, de no hacer la reconstrucción, los pacientes quedarían muy mutilados», explica Pablo Rosado, que llegó a Cabueñes hace dos años, tras licenciarse en Medicina por la Universidad de Oviedo, y finalizar su especialidad en el HUCA. El cáncer de boca es precisamente el objeto de investigación por parte de este joven cirujano, que acaba de presentar su tesis doctoral con la calificación de sobresaliente cum laude, dirigida por el profesor Juan Carlos de Vicente.

El de boca es el sexto tipo de cáncer más frecuente del mundo y tiene muchas particularidades. Provoca, por lo general, un crecimiento anormal y descontrolado de células que provienen de la mucosa que tapiza la cavidad oral (el tejido de los labios o la lengua y del suelo de la boca o en las glándulas salivales, el revestimiento de las mejillas, las encías y el paladar). Las células malignas pueden invadir tejidos y órganos próximos o distantes.

«La mayoría de los pacientes que nos llegan se sitúa en la franja de edad por encima de los 40 años, pero también los hay más jóvenes», explica Rosado. Los defectos oncológicos que presentan obligan a retirarles a estos enfermos la mandíbula, la lengua, el paladar o la orofaringe. También se emplean estas mismas técnicas de microcirugía para tratar defectos de cara por traumatismos, tumores en la zona orbitaria y defectos en los maxilares. Las personas que se someten a este tipo de cirugías «tienen una rehabilitación buena, vuelven a recuperar la función masticadora y la recuperación estética es también buena», explica Nicolás Calvo. El posoperatorio se prolonga unos quince días. «A veces, incluso, pueden comenzar a comer cosas blandas al cabo de una semana», añade el jefe de servicio. Antes de realizar esta técnica en Cabueñes se acudía al procedimiento de «colgajos locales» o se derivaba a los pacientes a Oviedo. Hasta ahora, todos los casos tratados en el hospital gijonés mediante esta técnica se referían a cánceres de cabeza y cuello. El hecho de acudir al sistema de autotrasplante tiene la ventaja de que «no presenta complicaciones de rechazo», indica Rosado. Cuando el paciente es diagnosticado, la premura del diagnóstico oncológico obliga a pasar por el quirófano «muy pronto, en apenas quince días», según los facultativos. Y como en otro tipo de tumores, requiere de seguimiento posoperatorio y, en ocasiones, radioterapia. La labor de los cirujanos también es de alta complejidad y las intervenciones pueden llegar a prolongarse hasta doce horas.

Los auto trasplantes microvascularizados o «colgajos libres» están indicados para reconstrucciones complejas orofaciales, presentándose como un desafío para el cirujano tanto desde el punto de vista de la recuperación funcional como de la estética para el paciente. El «colgajo» debe combinar suficiente cantidad de hueso con un tejido blando para recubrimiento mucoso que sea delgado, plegable y adaptable al contorno oral. El peroné es el que aporta la mayor longitud de hueso para la reconstrucción ósea mandibular, mientras que el tejido blando puede obtenerse de zonas como el antebrazo, la parte lateral del muslo o la escapular. Además, sobre el hueso injertado es posible la colocación posterior de implantes dentales, contribuyendo aún más a la rehabilitación del paciente. Los cirujanos de Cabueñes destacan la culminación con éxito de los casos realizados hasta el momento con esta técnica, que ofrece muy buena calidad de vida a los pacientes. «Los resultados finales son mejores que con otras técnicas», concluyen los facultativos.