Haciendo gala de ser hijo de ferroviario, Ignacio Prendes se ha propuesto llevar a Asturias por las vías de la estabilidad política. Algo que le permitirá su acta de diputado lograda por UPyD en las pasadas elecciones autonómicas, decisiva para desenredar el empate entre las fuerzas de izquierdas (PSOE e IU) y derechas (PP y Foro). «Hemos colado la piragua entre cuatro portaaviones», proclamó Ignacio Prendes tras el éxito electoral. Así, en la cabeza de este abogado gijonés de 47 años, que casi siempre ha tenido un ánimo conciliador, se encuentra la posible solución al entuerto político generado por los meses de Gobierno de Francisco Álvarez-Cascos.

José Ignacio Prendes Prendes nació el 22 de febrero de 1965 y por poco no se sale del mapa del concejo gijonés. Su madre dio a luz en la última casa de la aldea de Muniello, a escasos metros de la frontera entre la parroquia de Poago y el concejo de Carreño. Pero cayó dentro de los límites de Gijón, ciudad a la que ama y de cuyo equipo de fútbol es un apasionado, sin comprender que los jóvenes gijoneses de la actualidad antepongan Barça o Madrid a su querido Sporting. De hecho, por si había alguna duda, poco duró su estancia en la limítrofe aldea, ya que cuando tenía 2 años su familia se mudó a Monteana.

Allí se trasladó junto a su madre, Conchina; su padre, el ferroviario Alfredo, y sus dos hermanas mayores, Conchita y Anabel. Monteana vivía el «boom» de Ensidesa y su tía Enedina regentaba allí el bar El Cañaveral, que cada vez recibía una mayor afluencia de clientes. Así pues, la mudanza tuvo el fin de echarle una mano. Ambas familias, la del pequeño Nacho y la de su tía, se alojaban junto al bar. «Me crie en un chigre», dice a menudo el ahora diputado electo.

Para ser más exactos, se crió en un chigre, pero también entre las vías. Cuando contaba con ocho primaveras, abandonaron Monteana para establecerse definitivamente en la ciudad, por el trabajo de ferroviario de su padre. Concretamente, en la gijonesa calle de Marqués de San Esteban, «en un punto estratégico, a 100 metros de la estación del Norte y a 100 metros de la del Langreo y el Carreño», según cuenta el propio Nacho. Su padre trabajaba en el ferrocarril de Langreo, donde estuvo 45 años, y podía ver los trenes llegar desde la ventana de su casa. Precisamente en la estación del Langreo, escenario de muchos recuerdos de infancia, el pequeño Nacho se pasó horas jugando.

Estudió en el Colegio Jovellanos y en el Instituto de Roces. Después, optaría por hacer la carrera de Derecho, para lo que viajaba en tren casi todos los días a Oviedo. Por aquel entonces empezaba a triunfar el moderno y rápido Alsa, pero él se mantenía fiel al traqueteo de los vagones, seguramente porque el billete le salía gratis por ser hijo de ferroviario. También tenía el acicate de la tertulia que formaba con varios amigos: Francisco Javier Menéndez, actual presidente de la Audiencia Provincial de Pontevedra; Ignacio Villaverde, catedrático de Derecho Constitucional en Oviedo, y Martín Ferrero, abogado, y al que los hijos de Ignacio Prendes llaman «tío Martín».

Su etapa universitaria fue caldo de cultivo para mucho de lo que hoy es y tiene Nacho Prendes. Su conciencia social y política se hacía patente. Era consecuente con sus inquietudes: fue delegado de clase, impartía lecciones dos días a la semana a los niños de una escuela infantil de las Hijas de la Caridad, en el poblado de Tremañes, y colaboraba con Proyecto Hombre en sus inicios. También se declaró objetor de conciencia para evitar el servicio militar y realizó la prestación social sustitutoria en Proyecto Hombre. Paradójicamente, uno de sus mejores amigos era militar de profesión, el praviano Alberto Martínez, que falleció prestando servicio en el Centro Nacional de Inteligencia en Irak. Para Nacho Prendes fue un duro golpe que soportó con el calor de su familia.

En su etapa universitaria también conoció a su mujer, Marta Serrano. Ella cursaba primero de Derecho; él, segundo. Corría el año 1984 y estuvieron saliendo seis meses. Después ella le dejó. «Ésa te la tengo guardada», le dice todavía hoy Nacho a su mujer. Tras año y medio de relación voluble, volvieron a emparejarse, ya con más estabilidad, como la que desea Prendes para Asturias. Finalmente se casarían en la iglesia de San José el 9 de septiembre de 1995. «Él dice que me conquistó cantándome al oído "Mocina, dame un besín"», cuenta su mujer. Nada más lejos de la realidad, pues fuentes bien contrastadas aseguran que Nacho Prendes sólo «cantaba» bien cuando fue portero en las categorías inferiores del Sporting y Veriña, puesto que en el verdadero cante desafina. Así pues, conquistó a su mujer por otros derroteros. Tras acabar la carrera, el joven estudiante pasó por Madrid, donde realizó el máster de la Complutense en Derecho Inmobiliario.

Fruto del matrimonio con Marta nacieron dos hijos: Pelayo, de 14 años, y Lucía, de 9 años. Aunque, según su mujer, Nacho Prendes lleva otro «matrimonio» paralelo, con el también abogado Agustín Iglesias, su socio, con el que montó su despacho jurídico en la calle San Bernardo. Iglesias es quien lleva las cuentas del negocio, porque Nacho Prendes Prendes, al contrario de lo que dicen sus apellidos, es desprendido con el dinero. «Si por él fuera, no le pasaban la minuta a muchos clientes porque están en apuros», dicen sus allegados, que le califican de un «tío íntegro».

Hasta la actualidad, Prendes se ha mantenido activo en su despacho, a pesar de haber dado el salto a la política. Hace pocas semanas llegó tarde a un mitin de UPyD en Siero y se tuvo que excusar ante los asistentes: había tenido un juicio que se alargó. Ahora habrá que ver si puede mantener su actividad como abogado siendo diputado.

Las labores de la política han ido ocupando cada vez más su tiempo. Primero tanteó con Ciudadanos, pero en 2007 decidió unirse a la Plataforma Pro, germen del partido de UPyD. Todo a través de internet, donde contactó con otros asturianos con afinidad a las ideas de este movimiento sociopolítico. La primera vez que se vieron las caras fue en una reunión en el despacho de Prendes, después se sucederían encuentros en cafeterías y centros municipales. El movimiento crecía. Al principio, cuando repartían folletos por las calles, la gente les confundía con repartidores de publicidad de una empresa de transporte. Después llegaría la reunión nacional en el teatro auditorio de la Casa de Campo de Madrid, donde quedó constituido UPyD y conocieron a Rosa Díez.

Ignacio Prendes se fue forjando como la cabeza visible del partido en Asturias. Ni su familia se lo imaginaba: él, que tanto evitaba llamar la atención. Su mujer e hijos sufrieron y gozaron con el salto a la política de Prendes. Apenas pasaba tiempo por casa. Pero tanto esfuerzo terminó por dar sus frutos. El respaldo social del partido crecía en Asturias y llegó a su máximo, de momento, en las elecciones autonómicas anticipadas del domingo pasado: Prendes ocupará un escaño de la Junta General del Principado. Su mujer está orgullosa. A sus hijos les recuerdan en el colegio la importancia que ha adoptado la figura de su padre, lo cual les llena también de orgullo. Y en cuanto a Nacho Prendes, está obsesionado por levantar con sus decisiones el orgullo de los asturianos, de los que le votaron y de los que no.