Pablo TUÑÓN

Volver la mirada al campo asturiano para entenderlo. Es el propósito que se ha marcado Jaime Izquierdo, experto en desarrollo rural, desde hace décadas. Ayer explicó sus teorías expuestas en sus libros «Asturias, región agropolitana» y «La casa de mi padre» como inicio del ciclo «Arte y paisaje», en Laboral Centro de Arte. Así, analizó «las nuevas relaciones entre ciudad y campo en la sociedad posindustrial». El paisaje goza de especial importancia en Asturias. «Aunque se diga que sí, aquí no hay área metropolitana. Hay cuatro ciudades en medio de los praos», matizó. Ante la imposibilidad de predecir el futuro del entorno rural, Izquierdo aboga por imaginárselo en tres espacios. «Primero, un cinturón alrededor de la ciudad, la agricultura periurbana, con el nuevo concepto de agricultor urbano», explica Izquierdo, que no duda en señalar la creciente proliferación de huertos alrededor de la ciudad. «En torno a Berlín ya hay 80.000», asegura. En segundo lugar, establece un espacio de «agricultura intensiva», que surgió en España a finales de los cincuenta con la intensificación industrial. «Adaptaron métodos propios de la industrialización y ahora hay que reformar estos espacios», opina. Por último se encuentran los «mal llamados» espacios naturales. «En realidad son territorios de naturaleza campesina, manejados por pequeñas comunidades, que si no tuvieran actividad cultural no se mantendrían», explica Izquierdo. A estos espacios dedica íntegramente su ensayo novelado «La casa de mi padre», que aborda «cómo resolver el conflicto de la falta de conservación en estos territorios». Con la industrialización, la gente abandonó estos entornos rurales y ahora «debemos volver a manejarlos, porque las teorías conservacionistas sólo se limitan a observarlos».

Las teorías de Izquierdo abrieron el ciclo «Arte y paisaje» organizado por «Ecolab», programa que relaciona arte y ecología coordinado por Rubén Suárez y Lorena Lozano. Respecto a esta relación, Izquierdo lo tiene claro. «César Manrique conocía la naturaleza y agricultura de Lanzarote así como el arte contemporáneo. Tendríamos que esperar por artistas que conozcan bien la cultura campesina asturiana», postula.