Director del Instituto de Gerontología y Servicios Sociales

Luján PALACIOS

Gonzalo Berzosa, director del Instituto de Gerontología y Servicios Sociales, pronunciará mañana una conferencia en el centro de día Vitalia de Gijón (Marqués de Casa Valdés 17-19, a las 18.00 horas) en la que hablará del envejecimiento activo, el bienestar y el papel «fundamental» de los recursos que permiten a los mayores permanecer activos.

-¿Por qué los centros de día son garantía de bienestar?

-Son garantía de bienestar para los mayores y de seguridad para todo el entorno familiar. Todos vamos a ser mayores, eso es una conquista de la sociedad, pero lo importante no sólo es llegar a mayor, sino envejecer bien. El envejecimiento es un fenómeno individual, todos vamos a hacernos mayores. Pero envejecer bien es un fenómeno social. Todos vamos a necesitar de recursos personales, familiares y sociales que nos ayuden a alcanzar un envejecimiento satisfactorio. Y los centros de día son un recurso más que podemos usar, que tenemos que utilizar en la medida que necesitemos para envejecer con autonomía y bienestar.

-Cada vez se abren más residencias de estancia permanente.

-Tenemos muchos recursos a nuestra disposición. Habrá quien necesite de una residencia porque no se valga para las actividades de la vida diaria, que son dependientes, no tienen entornos familiares que les acojan o simplemente porque necesiten de una atención sociosanitaria más continuada. Otros no necesitarán este recurso, porque tienen un entorno familiar del que no quieren desentenderse, o las propias familias no quieren alejarse de la persona mayor. Y para ello tienen un centro de día al que pueden ir por la mañana, vienen de noche, se sienten acogidos, estimulados y valorados. Otros muchos no necesitarán de ninguno de los dos recursos, sino que van a envejecer en sus propias casas, con sus propios recursos y su propia autonomía personal. No tenemos que olvidar que las personas mayores en España casi somos un 18 por ciento, casi 8 millones de personas, y muchos ellos van a envejecer bien, con más salud, más formación y más relaciones.

-¿Cuál es la clave para envejecer bien?

-Envejecer es cambiar. La vejez no es una enfermedad, y lo que hay que hacer es adaptarse a los cambios. Además, no envejecen a la vez la parte física o biológica y la emocional o psicológica, lo que es una gran novedad en el siglo XXI. Uno también envejece más rápidamente cuanto más se aparte del mundo que le rodea: no hay que alejarse y prescindir del entorno, porque eso es lo que le garantiza a la persona mayor presencia y bienestar. Por eso el centro de día puede ayudar a las personas con dificultades para estar presentes en la sociedad.

-¿Las personas mayores cada vez están más integradas en la sociedad?

-Hay personas mayores muy integradas socialmente que participan en colectivos, asociaciones, voluntariado... Cuando una persona se jubila hoy tiene una expectativa de vida muy larga, de entorno a 20 años. Es mucho tiempo que la gente vive disfrutando con actividades familiares, culturales, artísticas, de voluntariado, formativas... el mundo de los mayores es muy complejo y por suerte variopinto, y es importante envejecer bien. Para ello tenemos que optimizar los recursos de salud, seguridad y participación de las personas mayores, y los responsables sociales tienen que elaborar políticas en este sentido. Con eso estaremos construyendo una sociedad para todas las edades, dando vida a los años y no sólo años a la vida.

-¿De qué depende el buen envejecimiento?

-El envejecimiento activo dependerá de cuatro ejes fundamentales. El primero sería el autocuidado: hay que cuidarse, porque la salud es personal y uno tiene que procurar hábitos de vida saludables. Es fundamental, cada vez más, porque el envejecimiento no sólo depende de los genes, sino de lo que uno hace, porque uno es fruto de su biografía. En segundo lugar, tenemos que tener en cuenta la actividad, la física y la mental. Hay que mantenerse activo en lo que uno pueda, caminando, nadando... moverse es clave. Y también tener la mente activa, estimulada. El tercer eje serían las relaciones, tener vínculos con la gente que nos rodea, no sólo con la familia. El entorno familiar es fundamental, pero no sólo eso; también amigos, con quien compartir aficiones comunes, los más jóvenes... La vida son relaciones y encuentros, no hay que aislarse y mantenerse en soledad. Por último, es importantísima la presencia social, participar de lo que ocurre en el entorno. Los centros de día pueden cumplir las cuatro cosas, en diálogo siempre con la familia. Los dos tienen que ser un equipo para trabajar en un sólo proyecto, el de que las personas mayores envejezcan con calidad, sintiéndose queridos y valorados.

-Según estos parámetros, ¿envejecemos bien?

-Alguna de estas patas cojean un poco. Creo que en lo que respecta al autocuidado aún tenemos hábitos muy antiguos, como el de la pasividad. Hay gente mayor, ya jubilada, que opta por quedarse quieta, no hacer nada, y eso es muy grave. Hay que educar a que los mayores se muevan y permanezcan activos, que no se encierren, que no pasen muchas horas ante la televisión. También queda bastante por trabajar en cuanto a los hábitos saludables: dejar de beber, de fumar.. Además las relaciones varían en función de si son hombres o mujeres. Las mujeres participan más, mientras que los hombres aún participan menos.

-¿Es asumible el coste de esta tarea?

-El Gobierno de Asturias tiene unos buenos y estructurados programas de envejecimiento satisfactorio que ya llevan años desarrollándose. Hay algunos muy innovadores en el conjunto de España, como «Rompiendo distancias». Asturias es una comunidad muy pionera. Todas las sociedades han luchado por vivir muchos años; que haya mucha gente longeva es una conquista social, y no hay que verlo como una desgracia. Que haya menos niños es otra cuestión, y habrá que estudiar cómo hacer para que las nuevas generaciones garanticen el bienestar de los mayores.

-La edad de jubilación se retrasa...

-Es que la vejez se ha retrasado y socializado. Vamos a vivir muchos años, demográficamente vamos a ser muchos, y las estructuras sociopolíticas tienen también que adecuar la edad de la jubilación a esa realidad. La jubilación se estableció en los 65 años conforme a ese horizonte de vida; ahora la expectativa es más amplia, y la jubilación habrá que adecuarla, porque habrá quien llegue a acumular tantos años de jubilación como de vida laboral.