L. QUIROGA

Raquel Jiménez tiene 13 años, estudia 2.º de la ESO y tiene las ideas muy claras: «El día de mañana, quiero tener un buen trabajo». Lo dice muy seria: «Cuando veo a la gente que está sin empleo porque no tiene estudios me doy cuenta de lo importante que es». Junto a ella, Noelia Pérez y Esmeralda Jiménez, que cursan 1.º y 2.º de la ESO, respectivamente, comparten la opinión de su amiga. Cuando se les pregunta si tienen pensado seguir sus estudios al terminar la etapa obligatoria no tardan en lanzar un «¡Pues claro que sí!» al unísono. Como ellas dicen, «somos gitanas modernas».

Pero ésta no es la tónica habitual dentro de su comunidad; hoy por hoy todavía el 80% de este alumnado abandona los estudios antes de finalizar la Educación Secundaria Obligatoria, la participación en estudios posobligatorios es muy escasa y apenas un 1% logra ingresar en la Universidad. Conscientes de esos datos y para intentar paliar esta situación y concienciar a los jóvenes y a sus familias, en Asturias existen iniciativas como el «Programa Promociona», puesto en marcha por la Fundación Secretariado Gitano (FSG). Precisamente la Fundación fue la responsable del IX Encuentro de estudiantes gitanos y gitanas y sus familias, celebrado ayer en el Ateneo de La Calzada. Víctor García, director de la FSG en Asturias, resaltó el papel protagonista que tienen las familias en el proceso educativo de sus hijos, «cada vez son más conscientes de la importancia de la educación». La situación no es para menos, el 40% de los gitanos está en situación de desempleo, principalmente por la falta de preparación. Al encuentro también asistió la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, que incidió en que sin estudios «sólo conseguimos la exclusión en el futuro; el sistema pretende integrarlos, pero no incluirlos».

Pero ayer, en La Calzada, los protagonistas eran varias decenas de chicos y chicas de colegios e institutos de varios puntos del Principado. Probablemente uno de los momentos más interesantes del encuentro fue escuchar la experiencia de varios de ellos, que tras superar la etapa educativa obligatoria decidieron seguir adelante con sus estudios. Olga ha acabado el grado de Integración Social, «me gustaba ayudar a mi gente». Lleva dos años casada y, según dice, «no me ha supuesto ningún problema; estoy casada y trabajando, soy feliz». Rubén, que estudia Electromecánica, está prometido, «mi novia está estudiando también, es una comodidad». Por su parte, Elisabeth está en 1.º de Bachiller y sueña con estudiar una carrera, «si tú tienes identidad y sabes adónde quieres llegar, no hay conflicto». Y para todos el apoyo de sus familias resultó indispensable en la decisión de seguir formándose.