Tras su actuación a dúo en la programación del prestigioso Ravenna Festival, el ensemble Eloqventia presentó esta semana en Gijón «Ondas do mar», un repertorio que incluye las siete Cantigas de Amigo (atribuidas a Martín Codax), la cantiga de Meendiño y algunas danzas anónimas italianas y francesas que vienen a reforzar el contexto cultural de la Galicia medieval (las piezas instrumentales se pueden encontrar en otros programas de la formación, como «Estampida -música instrumental del medievo europeo).

Eloqventia está formado por Mariví Blasco (voz), Rami Alqhai (viela o viola de arco, tocada en vertical apoyada sobre el muslo), Ramiro Amusategui (laúd), David Mayoral (salterio y un variado set de percusiones que combinaba panderetas, panderos, campanas y darbukas de diversa procedencia) y Alejandro Villar (quien combinó sus habituales flautas de pico con otras como la flauta doble -lo que le permitía armonizar melodías- o el gemshorn -con su característica forma de cuerno-, además de la sinfonía, similar a la hoy bien conocida zanfona, extendida por varios folclores europeos).

Tal y como inspira a la evocación sensorial el interior de la basílica del Sangrado Corazón, donde tuvo lugar el recital, la agrupación Eloqventia supo sacarle mucho partido a su repertorio presentando un «continuo» sonoro estructurado en cuatro partes, con momentos a solo para cada músico (las transiciones entre piezas reflejaron su detallismo hasta el último milímetro) y la descentralización del espacio en algunos momentos (aunque su ubicación poco elevada provocó que gran parte del público tuviera que recrear su propia imagen del sonido percibido).

Incluso por momentos, el propio ars sonora de la iglesia se sumaba al recital incrementando ese componente mistérico que tiene la música medieval, y que se presta tanto a la actitud contemporánea por toda la creatividad que demanda en sus intérpretes.

Mención especial para cantigas como «Mia irmana fremosa» (a dúo entre salterio y voz), «Eno sagrado en Vigo» (en la que Mariví Blasco utilizó recursos declamatorios), «Quantas sabedes amare amigo» (en un arreglo cargado de dinamismo enfatizado por los acentos de la percusión) o «Sedia-m'eu na ermida de San Simón» (atribuida a Meendiño y reelaborada a partir de una de las Cantigas de Santa María, de Alfonso X «el sabio»).