Catedrático de Literatura en EE UU y poeta

L. QUIROGA

Hilario Barrero (Toledo, 1948) es catedrático de Literatura en una universidad de Nueva York y todos los días cruza el «archiconocido» puente que une su querido Brooklyn con el bullicio de Manhattan. En su barrio tiene vecinos ilustres, como el escritor Paul Auster o el actor Steve Buscemi. Y, sin embargo, su carácter, afable y cercano, unido a su amor por Gijón le hacen pasar por un habitante más de la villa asturiana. Barrero presenta hoy su nuevo poemario, «Libro de Familia», en el Centro de Cultura Antiguo Instituto, a las 19.30 horas.

-¿A qué viene el título del poemario?

-Nosotros éramos ocho hermanos y cuando nacía uno nuevo teníamos que cambiar la foto del libro de familia. Ese día nos vestíamos y peinábamos para el fotógrafo, era un día especial. Ese libro era un documento oficial de nuestra familia y este poemario es algo así, aparecen personas que no son familia de sangre pero que igualmente forman parte de mi vida. Es un poco la historia de mi infancia, de la gente que he ido conociendo y cómo me han ido enriqueciendo.

-¿Qué cuentan esos poemas?

-La mayoría de los poemas tienen lugar en sitios donde hay dolor y hay muerte. Algunos en cementerios. Observo una diferencia enorme entre los cementerios españoles y americanos; los de aquí son lugares lúgubres mientras que allí son espacios abiertos y luminosos. Recuerdo cuando fui al cementerio de Sleepy Hollow, donde está enterrado el escritor Washington Irving; allí había una madre con una bandera para ponérsela a su hijo. Al mismo tiempo me fijé en un río que nacía muy cerca y que pasaba al lado del cementerio, un contraste entre la vida y la muerte. Me recordó a Jorge Manrique y esos famosos versos que dicen: «nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir».

-¿Qué le une con Gijón?

-Soy ciudadano de Gijón, aunque nadie lo crea. Vine a dar cursos de verano a Oviedo y desde entonces estoy relacionado con la ciudad; mi jubilación tengo claro que la pasaré aquí. Cuando comenté esto en Toledo hace poco se enfadaron y me preguntaban por qué, pero es que Asturias me lo ha dado todo: amigos, el mar, la luz? En definitiva, me ha dado mucho más de lo que yo esperaba. Ésta es también la razón por la que Asturias tiene bastante peso en varios poemas del libro.

-¿Cómo llega a Nueva York?

-Fui a EE UU a trabajar sobre la poesía, porque por aquel entonces allí había información que aquí, por culpa de la censura, era más difícil acceder a ella. Ya llevo 35 años en la ciudad y estoy encantado.

-¿Se aprecia allí la literatura española?

-En las Universidades sí, en los departamentos de Hispánicas hay gente muy competente y que no son necesariamente hispanos, sino que muchos son americanos. Hay incluso cátedras de catalán, bibliotecas con muchos libros de autores españoles... Desgraciadamente, han cerrado las librerías de Nueva York donde podías conseguir obras en español, pero ahora gracias a Internet es posible encontrar todo; yo ahora con mis alumnos voy a leer y trabajar el Cid y «La Celestina» desde el iPad; para mí es una maravilla poder contar con estas tecnologías.

-¿Qué considera que es la poesía?

-Hay muchas citas que definen muy bien la poesía, aunque yo personalmente me quedo con ésta: «la poesía es el animal de tierra que vive en el mar y que quiere volar». El poema es la fiesta de la palabra, los poetas cantan el mismo verso pero con distinta mirada. Yo tengo mucho respeto por la poesía, tuvieron que pasar 20 años entre mi primer libro y el segundo por el respeto que le tenía.

-¿Qué tiene Brooklyn?

-Brooklyn es una maravilla, es una pena que los españoles vayan a Nueva York y no se atrevan a pasar el puente. Mis amigos se quedan impresionados, es como un universo aparte, muchas ciudades dentro de una sola. Hay gente de todo tipo; tiene una luz especial, ese puente es como una frontera. Además, hay ambientazo de artistas e intelectuales, quizás más puros que los que están en Manhattan.

-También es conocida su labor como traductor, ¿es posible traducir sin perder ningún matiz?

-Yo pienso que un poeta hace mejor traducción de poesía que un traductor profesional, porque el poeta tiene su mismo mundo. Dicen que respeto la idea básica del poema, no añado nada mío e incluso hay algunos que los he preferido dejar porque no encontraba la palabra exacta. Para mí el poema es como un rompecabezas y si me falta una pieza no puedo continuar. A veces hay palabras en inglés que son la palabra justa y no puedo encontrar un equivalente exacto. Yo intento ser muy fiel.